Todo el clan de "Los Madriles" -padre, madre y 4 hijos- están investigados tras la liberación de una joven que sufrió un cautiverio de casi un mes en su casa, así como violaciones, humillaciones y malos tratos por parte de Javier G. J., de 40 años. El juez lo encarceló ayer por agresión sexual, lesiones y detención ilegal. Pero además tomó declaración en calidad de investigados, como presuntos colaboradores necesarios del rapto, a sus progenitores Ana y Luis, así como a sus hermanos Ángel, José Luis alias Charly y Alberto. Este último, que había sido pareja de la víctima hace años, es el único que no fue interrogado porque no se presentó. Según la joven, los familiares del presunto violador hacían las vigilancias y nunca la dejaban sola. El juez los dejó ayer en libertad pero con una orden de alejamiento.

Javier G. J., detenido a primera hora del domingo en un espectacular despliegue de policías de élite del GOES -entraron con todo por temor a que estuviera armado, como advirtió la víctima-, alega que las relaciones fueron consentidas y que en ningún momento retuvo a la joven. Pero la víctima se ratificó en su versión de que estuvo retenida contra su voluntad durante casi un mes, agredida sexualmente, vejada y maltratada. Hasta le cortaron el pelo al cero y la obligaban a ir con ellos a la chatarra. Asegura que el detenido le pegaba a diario, alguna vez incluso con un bastón. Se conocían por la relación que había mantenido con su hermano y el 6 de enero aceptó quedar con él para tomar un café. Después pasaron la noche en un hotel de la calle Ervedelo. Desde allí accedió a acompañarlo a pie hasta la vivienda del clan en la Rúa da Dalia, junto al cementerio de San Francisco. Aceptó, asegura, por el temor que le provocaba el sospechoso.

Transcurrida una semana empezó a enviar mensajes de wasap a su madre, la que denunció su situación a la Policía. Se hizo cargo del caso la UFAM (atención a la mujer) de la comisaría de Ourense.

La fiscal pidió prisión provisional y el magistrado de Instrucción 1 de Ourense, Leonardo Álvarez, encarceló al sospechoso a las 15 horas y realizó el resto de interrogatorios de sus familiares por la tarde.

Alegan la caída de un caballo

Los allegados niegan haber visto que Javier le pegara. Según su versión, ella llegó voluntariamente y estaba alegre. Argumentan que la convivencia era buena con un vídeo en el que se les ve bailando.

Ana J., la madre también investigada, niega que la mujer permaneciera retenida o fuera violada, y afirma que su hijo la ayudó y le ofreció su casa cuando le dijo que tenía miedo de su anterior pareja. La víctima presenta lesiones. Según la progenitora, se deben a que sufrió una caída de un caballo, aunque Ana admite que en ocasiones se pegaron.

La matriarca dijo a la prensa a la puerta del juzgado que su hijo se encontró a la víctima "viviendo en la calle" y que ambos estuvieron "haciendo vida marital" en el hotel hasta que se trasladaron al domicilio. La madre del acusado insistió en que la mujer "nunca estuvo encerrada" y que varios vecinos pudieron verla en la puerta de la casa. Según ella, en ocasiones, salía con ellos para recoger chatarra y defiende que la víctima "no quería irse porque estaba enamorada" de su hijo y "había denunciado a su marido y tenía miedo de volver".

La madre del detenido manifestó que ambos "bebían, bailaban y fumaban porros" en el domicilio y que, a veces "se empujaban" y llegaban a pegarse, "pero nunca la violó". El sospechoso, de 40 años, se encuentra bajo tratamiento psiquiátrico desde niño y sufre ataques epilépticos, según su madre. Tiene múltiples antecedentes. Hace siete meses, según la madre, salió de prisión tras una condena por una agresión con una barra de hierro.