Aniceto Rodríguez Caneiro asesinó y mintió. Mató a su mujer "dos veces", lamenta la familia de Isabel Fuentes. La verinesa murió desprotegida, sin que el sistema velara por ella. El esposo, condenado en primera instancia a 31 años de cárcel -en agosto cumple 78-, engañó a casi todos. A familiares, vecinos y amigos del matrimonio, que no habían visto el menor indicio de violencia de género, y también al personal sanitario, llegando a derrumbarse ante una enfermera días antes de rematar a su mujer en el CHUO, apuñalándola. Solo la Guardia Civil sospechó desde el inicio, aunque tampoco lo detuvo. Esperaban pruebas contundentes y un respaldo de la juez de Verín, que instruyó como un robo con violencia la primera agresión. La magistrada descartó poner el foco en el marido, a quien la Policía Judicial apuntaba como sospechoso en un atestado que presentó 5 días después del primer hecho. Los investigadores pidieron restringir las visitas de Aniceto Rodríguez al hospital, ante el "peligro" que apreciaban en que estuviera con Isabel. Consumado el crimen en el CHUO, ese informe ha servido a la Audiencia para acreditar que Aniceto fue autor de la primera tentativa asesina. La juez lo había rebajado a conjeturas.

| Un plan para no ser descubierto. Aniceto Rodríguez Caneiro fingió un robo por parte de extraños tras dar por muerta a Isabel en el primer ataque en el domicilio conyugal de Pazos (Verín), antes de las 0,30 horas de la noche del 1 al 2 de abril. La sentencia describe su intento de "dar credibilidad al plan que había urdido con la finalidad de evitar ser descubierto". Desmontan ese intento y descartando además un trastorno mental. En ambos delitos se encontraba "en pleno uso de sus facultades".

| El robo no cuadraba . Los magistrados descartan el robo -la defensa, que irá en casación al Supremo, discute la investigación de la Guardia Civil- enumerando una serie de indicios que sugieren un robo fingido por el marido. La ventana de la galería -la puerta principal está inutilizada por dentro, algo que debía conocer el intruso- "estaba abierta de manera que por allí no cogía una persona". La puerta siguiente "se rompe hacia la parte más alejada de la cerradura, quedando un hueco escaso en la más próxima, siendo harto complicado meter el brazo para coger las llaves sin cortarse, y apareciendo por el contrario huellas de sangre en el otro extremo".

En el interior del domicilio había cojines tirados, armarios abiertos y bolsos por el suelo. Sin embargo, a la Audiencia Provincial le llama la atención, como antes a la Guardia Civil, que los supuestos ladrones no hubieran robado "absolutamente nada, observándose en la cartera todas y cada una de las tarjetas, cuando en la casa había 12.000 euros".

El esposo dijo a los agentes que, estando ya dormido en casa, oyó a su mujer gritar "Aniceto, que nos rouban". La Audiencia lo descarta así: "Al imaginario ladrón le dio tiempo a agredirla varias veces con un objeto contundente y a escapar , sin que se alcance a explicar cómo ante los gritos de su esposa la cama en la que él dice que estaba durmiendo está abierta en triángulo casi perfecto".

Según la sentencia de primera instancia, Aniceto golpeó a Isabel con un objeto contundente, tipo martillo -no hay ADN suyo en el que se localizó en la casa-, cuando la mujer dormía en un sofá, frente al televisor, sobre el lado izquierdo. Las tres lesiones muy graves que tenía en la cabeza no encajaban con un ataque de unos ladrones mientras la víctima, según la versión del marido, gritaba auxilio. Con este hecho concluye la Audiencia Provincial su atribución al marido de un primer delito de asesinato en grado de tentativa: "La zona lateral derecha del cráneo donde se localizan los golpes es propia de estar tumbada la víctima en el sofá, siendo incompatible la postura de permanecer tumbada con gritar alertando a su marido en vez de incorporarse, a lo que ha de añadirse la mecánica comisiva y gravedad de las heridas causadas, que no responden a un perfil propio de un delito de robo. Concluimos que el acusado es el autor".

Que no se pueda concretar que Aniceto Rodríguez usó un martillo, ni hubiera ADN de la víctima en su ropa -salvo en la manga de la bata de la mujer que llevaba puesta al ir a alertar a los vecinos: "Mataron a Isabel"-, "son reflejo de la simulación del robo sin que logren desvirtuar la concluyente prueba de indicios", valora la Sala.

| El crimen consumado en el CHUO. Aniceto Rodríguez Caneiro acuchilló a su mujer en la habitación 417 del hospital de Ourense, entre las 4.30 y las 6.15 horas del 8 de mayo de 2015, aprovechando "la ocasión propicia, ya que la otra paciente ya no estaba acompañada esa noche", dice la sentencia. Se sumaba que "aun desconociendo cuáles serían las secuelas que le habrían quedado a la víctima de haber sobrevivido, el forense declaró que la recuperación fue sorprendente".

En la nota manuscrita hallada en una sudadera, a los pies de la cama de Isabel Fuentes, hay una frase --"eu fago todo isto por non armar máis líos"- que evidencia para la Sala la "intención asesina" de Aniceto Rodríguez.

Los magistrados no pueden dar por probado que el cuchillo recogido por el personal sanitario junto al acusado, tras autolesionarse -sufrió un ictus a consecuencia-, sea el arma con la que el marido acuchilló hasta la muerte a Isabel Fuentes. En él sólo se hallaron restos biológicos del acusado, y no de la víctima. Las acusaciones creen que lo lavó con lejía o algún producto hospitalario antes de intentar suicidarse. La defensa esgrimirá en su recurso la duda del arma.

La Audiencia Provincial desmonta a Aniceto. Su "intención de matar es clara", concluyen en la sentencia inicial de un crimen machista que causó una gran conmoción y avivó el debate sobre la protección de las víctimas de violencia de género.