Una pena de prisión de 21 meses, 3 años sin poder tener armas y el mismo periodo de alejamiento -a una distancia mínima de 300 metros- y de prohibición de comunicarse con la víctima, quien fue su mujer durante 20 años. En una sentencia que no es firme y aún admite recurso de apelación ante la Audiencia Provincial, la magistrada del Penal 1 de Ourense condena a Pascual M. R. como autor de un delito de maltrato habitual.

El acusado y la víctima estuvieron casados durante dos decenios y tienen dos hijos en común, de 18 y 11 años en la actualidad. Son hechos probados que en su primer domicilio, en Ourense, la mujer sufrió agresiones verbales. Durante unos 12 años de relación, la familia vivió en otro domicilio de la ciudad. Según acredita la sentencia, cuando el hombre se ponía "nervioso", daba a la mujer patadas y puñetazos en los brazos, unos episodios que en ocasiones fueron presenciados por la hija mayor. Cuando la niña tenía 6 años, continúa el relato de la juez, la mujer se fue en una ocasión a la casa de su madre, tras una fuerte discusión. El maltratador llamó por teléfono amenazándola con que si no regresaba, la mataría a ella y a su madre.

En un tercer domicilio en Ourense, el acusado se mostraba "más nervioso y agresivo", dando patadas y puñetazos a la víctima. La hija vio los moratones muchas veces. En junio de 2014 Pascual arrojó un hierro a la víctima que le dio en la mano.

Según se considera probado tras el juicio, la víctima "vivía en un clima de violencia psíquica y física que le generaba angustia y miedo". La mujer empezó a contar lo que sufría cuando se hijo pequeño "empezó a tener problemas". Se sentía sola, sin apoyo, y estuvo a tratamiento por depresión. Finalmente, el 26 de junio de 2014 acudió a la comisaría a denunciar.

La magistrada resalta que las declaraciones de la víctima en sede policial, en el juzgado de instrucción y el día de la vista oral han sido "persistentes, firmes y rotundas, sin contradicciones esenciales". Según su relato, durante los años de matrimonio sufrió una constante situación de menosprecio y humillación por parte de su marido, quien le profería términos como "no vales para nada, subnormal, gilipollas, retrasada, imbécil". Expresiones por cualquier motivo o acción que el maltratador considerase que estaba mal hecha.

Asimismo, la mujer fue víctima de agresiones físicas -empujones, bofetadas, puñetazos, patadas y tirones de pelo-, que le dejaban hematomas de los que nunca fue asistida. Sus hijos fueron testigos de algunos de estos golpes. Según su declaración en el proceso, las agresiones fueron a más en los últimos 3 años. Temía a su marido.

En el juicio declaró la hija mayor. La joven aseguró que su padre "iniciaba discusiones por cualquier tontería, quería tener siempre la razón y se ponía agresivo". La chica confirmó empujones, patadas y puñetazos, así como humillaciones. Su padre tiraba a su madre "lo que tuviera en la mano". La hija vio en muchas ocasiones los moratones. También intervino la madre de la víctima, con quien vivieron los primeros 3 o 4 años de relación. Ya entonces tenían "discusiones grandes" y él la llamaba inútil. Confirmó además el episodio de amenazas cuando la mujer acudió a su casa.

Los forenses realizaron un informe haciendo constar que el relato de la víctima era compatible con la existencia de una relación marcada por frecuentes discusiones y agresiones físicas y psicológicas.