En julio y agosto se invierte la tendencia de movimiento de personas en la provincia de Ourense. Las aldeas, deshabitadas la mayoría del año, recuperan el vigor de antaño con el retorno de los emigrantes y el turismo interior de vacaciones en los pueblos. El número de residentes se multiplica en verano. En la ciudad, el éxodo a las playas deja vacíos numerosos pisos y los robos aumentan. Para prevenir este tipo de delitos, más habituales en julio y agosto, la Policía Nacional redoblará la vigilancia. "Se harán controles selectivo dentro de la propia ciudad, así como en estaciones de autobús y ferrocarril. Además, agentes de paisano patrullarán por determinadas zonas para tratar de advertir alguna presencia sospechosa, pues este tipo de delitos suelen ser cometidos por bandas itinerantes, que roban y se van", explicaba ayer el subdelegado del Gobierno en Ourense, Roberto Castro.