Ya había sido condenada por hechos similares y suponía que los investigadores la pondrían en el foco. Por eso adoptó todas las cautelas. Indicó al contacto que no se alojara en un hotel para que no constara la documentación, utilizó un correo encriptado para no dejar rastro, contrató una línea de teléfono con documentación falsa, de una persona inexistente, acudió al encuentro con pala, pico, traje de aguas y botas para la ejecución del crimen y la ocultación del cadáver; le aconsejó el uso de una pistola de descargas eléctricas porque "no mancha" e incluso dio un anticipo de 150 euros a un supuesto sicario que, en realidad, solo buscaba trabajo y desveló a la Policía todo el encargo, con miedo de que le sucediera algo a él o su familia. La ourensana Sonia Coello Pinto, presa preventiva desde su detención por estos hechos, a mediados de 2014, se enfrenta a 12 años por proponer el asesinato de la jefa de su expareja. La había vigilado hasta el punto de conocer sus horarios y el lugar habitual donde aparcaba. La encausada reconoció ayer todo en el juicio pero su defensa busca una rebaja sustancial de la pena apelando a sus trastornos psiquiátricos.

Coello confesó el delito y se mostró arrepentida, respondiendo únicamente a las preguntas de su abogado defensor. Obvió las de la Fiscalía y la acusación particular, que le piden 12 y 13 años y medio de cárcel, respectivamente, ante la convicción de que sus problemas mentales no le impiden distinguir el bien del mal ni anularon su capacidad. Fue contundente en su informe final el fiscal del caso, Julián Pardinas: "Sabía lo que se traía entre manos. La maldad por desgracia existe y hay gente que disfruta con la infelicidad de otras personas. Sonia Coello quería hacer infeliz a su ex a causa de la muerte de una mujer que ella creía que era su pareja, aunque no lo era".

La víctima: "Mi vida se hundió"

La víctima se derrumbó en su declaración de ayer en el juicio. "Mi vida se hundió". Dejó un trabajo de limpiadora porque miedo a estar sola. La mujer, al frente de una empresa de catering, se vio acosada por la acusada -la vigilaba en el trabajo y llamaba a su casa y móvil "a cualquier hora de la noche", denunció pero no fue al juicio de ese caso porque "no quería hacerle daño, solo que me dejara en paz". El fiscal pide 12.000 euros de indemnización por daños morales, el letrado particular eleva la cifra a 30.000. La defensa se muestra dispuesta a abonar 6.000 euros a la víctima.

También declaró ayer la expareja de la acusada, quien también la denunció por acoso y obtuvo una orden de alejamiento. Dijo que la mujer le enviaba mensajes a través del hijo en común para reanudar la convivencia. En 2013, fue condenada a 3 años de cárcel por pedir precio, en 2009, para el homicidio de su exmarido, después de haber discutido con él por el hecho de le hubiera cortado el pelo a su hijo.

En su nuevo intento, las acusaciones se basan en los informes de los forenses para descartar que la acusada tuviera afectada la capacidad. Que "planeara todo" es, además, una prueba añadida de que pudo sopesar. El Imelga apreció un trastorno adaptativo de la personalidad, con síntomas depresivos y ansiosos, pero en opinión de los expertos "era consciente de lo ocurrido y pudo decidir no hacerlo". Una psicóloga comparte que "sus cualidades no están mermadas y sabe lo que hace".

La defensa da mayor valor a la evaluación realizada por dos psicólogos forenses de la Universidade de Santiago de Compostela (USC). Los profesionales detectaron un listado de trastornos presentes en la acusada, como esquizofrenia, obsesión o paranoia. El letrado persigue una rebaja de tres grados de la condena por el delito de proposición para un asesinato. "Claro que intentó un asesinato, aunque no fuera posible con una pistola que no funcionaba". Esta parte pide 2 años y medio, por una eximente incompleta de anomalía psíquica. Coello está presa desde junio de 2014, por lo que con esa pena quedaría libre en un breve plazo.

La defensa solicita que la condena sea cumplida en un psiquiátrico, con tratamiento ambulatorio o con la "obligación" de que acuda al psiquiatra mensualmente para medir su evolución. El abogado incidió en que la reclusión no solucionará nada. "¿Qué arreglamos metiéndola en la cárcel? Esta mujer está mal, ha intentado suicidarse dos veces, tiene un problema mental y si no se le trata, va a repetirlo. Lo que importa es que no suceda más; todos seríamos culpables de una tercera reincidencia", hiló la defensa.

Llamadas de teléfono, las cámaras de seguridad del banco donde fue a ingresar el anticipo al contacto son pruebas inequívocas de la participación de la mujer. Pero, sobre todo, los correos tan explícitos de junio de 2014. "El trabajo son dos partes, coger a la persona y terminar?", "...No hay posibilidad de error?., con la Taser se la puede dejar inconsciente cuando se quiera?", "se hace todo con la Taser que no mancha nada, al electrocutar en el cuello deja inconsciente y al darle varias veces en el pecho liquida".

El falso sicario acudió a la Policía en Palencia, y la Comisaría de aquella provincia se puso en contacto con la de Ourense. Prevenida la autoridad, el hombre y Coello concertaron una cita en la estación de ferrocarril de Ourense. Ella acudió en su coche, en donde llevaba la pala, el pico, el traje de aguas, las botas del número por el que previamente había preguntado al contacto, así como la pistola de descargas. El laboratorio de balística hizo un examen del arma y determinó que funcionaba, al no producir descargas Nada más encontrarse, los agentes intervinieron y la arrestaron.