Con el presunto homicida detenido el mismo día de los hechos, en octubre de 2013, se presumía un avance rápido de la investigación sobre el crimen de Tomás Milia, un exfarmacéutico de 77 años que fue acuchillado en su céntrico piso de Ourense por un joven rumano, tras una discusión económica por la cuantía de un servicio sexual. Pero el sumario aún no ha llegado a juicio, a pesar de la prórroga de la prisión preventiva del sospechoso, Alexandru Marius Luca.

En una resolución conocida ayer, la Audiencia Provincial rechaza nuevas peticiones de prueba de la defensa, así como la que la Fiscalía perseguía para acreditar el riesgo para los vecinos del incendio presuntamente provocado por el homicida para tratar de borrar pruebas en el piso. La Sala solo acepta la práctica de una evaluación psiquiátrica del encausado -quien trató de suicidarse en la cárcel, arrojándose desde un tejado- y que se unan al proceso sus antecedentes. La defensa pidió, por ejemplo, la declaración como testigo del abogado de la víctima, a quien le habría manifestado supuestas amenazas del esposo días antes del crimen, y dado instrucciones de iniciar el divorcio, siempre según la versión del defensor. La Audiencia de Ourense entiende que "ya se han practicado todas las pruebas necesarias para la conclusión del sumario, cuya tramitación, por cierto, se está tramitando en el tiempo de forma injustificada".

La Fiscalía apeló a la Audiencia para que ordenase un informe más exhaustivo que el que hizo la Policía Científica, sobre el incendio causado en el piso para tratar de borrar pruebas. Los matices cuentan, puesto que de haber un delito de incendio con riesgo para las personas, en lugar de uno de daños por fuego, la petición de condena para el sospechoso se agravaría. La Sala entiende que la Policía contestó "esencialmente" a las cuestiones solicitadas. Las demás, "podrán ser objeto de aclaración" en el juicio, incluida la declaración como testigos de los bomberos.

Luca está procesado por hasta 4 delitos: homicidio o asesinato, robo con violencia, atentado a agentes de la autoridad e incendio, con penas que podrían superar los 40 años en el peor escenario. Presuntamente, volvió al lugar del crimen, horas después de cometer el homicidio y tras llegar a escapar de la Policía arrollando a uno de los agentes que descubrieron en su poder relojes de lujo de la víctima. Regresó para borrar huellas. Introdujo a la víctima en la bañera, impregnó el cuerpo con lejía y prendió fuego el salón. Eran las 5,30 horas de la madrugada del 4 al 5 de octubre de 2013. La Policía Local lo detuvo poco después de su última salida del lugar del crimen, con una colección de cuchillos (arrojó a una papelera cercana el arma homicida, aunque la defensa lo desmiente), las llaves del piso -que dejó cerrado- y ropas ensangrentadas.