La "Festa do Boi" de Allariz, un ritual que es mucho más que el "San Fermín" gallego, crece cada año en popularidad y a ello ayuda el orgullo de este municipio de la provincia que recuperó la tradición y logró que el animal volviese a correr por sus calles.

Cuenta la leyenda que en 1317 un católico recalcitrante, Xan de Arzúa, harto de las burlas que los cristianos recibían por parte de los judíos durante la procesión del Corpus Christi, apareció montado sobre un buey y, con la ayuda de sus criados, terminó expulsándolos.

Satisfecho con esta hazaña, Xan decidió dejar en su testamento un dinero para que una fundación rememorase tal gesta, y una asociación se encarga de organizar estas carreras, que un "meco" de Xan de Arzúa observa desde el Ayuntamiento.

Este acontecimiento se conmemora cada año haciendo correr un buey por las calles de este pueblo bajo la atenta mirada de los "Homes do Sedeño", que llevan las cuerdas y las varas.

La historia en la que se basa, que se mueve entre la leyenda y la realidad, es origen de tal festejo, del que existe noticia documental desde el siglo XIV y que se perdió varias décadas en el franquismo.

Los vecinos de Allariz la recuperaron en 1983, y ayer ha quedado demostrado que van con "paso firme" hacia el 700 aniversario con gritos de júbilo como "Aí ven o boi", "Arriba o boi" o "Viva o boi".

Los que más portan son pañuelos rojos con el ejemplar rechoncho, de los que se han vendido 9.000, y afloran cada vez más peñas, con camisetas portando leyendas como 'O boi dixo despois de trotar, con esta peña imposible apostar'.

Las carreras del Boi se suceden varias veces al día. Seis bombas de palenque anuncian su comienzo, justo cuando los "Homes do Sedeño" sacan al buey de los locales de la Asociación Xan de Arzúa y corren tras él.