Los magos de las finanzas no salen en las revistas de economía ni encabezan la lista Forbes de multimillonarios del planeta. Se llaman Sita, Herminia, Rosa, están en su mayoría entre los 70 y los 80 años de edad y no tienen ni idea de macroeconomía, pero hacen milagros con sus ingresos. Son las 26.405 personas que están cobrando una pensión de de viudedad en la provincia.

La mayoría son mujeres y perciben ingresos medios de 463 euros al mes, según los últimos datos del Ministerio de Empleo. Esa cifra todavía sigue cayendo en algunos casos hasta los 350 y 400 euros mensuales en muchos casos. Aún así consiguen llegar a fin de mes, atienden en algún caso carencias de hijos o hijas en paro, y la mayoría encima ni siquiera se queja.

¿Su secreto para sobrevivir a las necesidades del estómago y los recibos de las eléctricas, con pensiones por debajo en muchos casos 15 euros al día? Ellos lo tienen claro. "Hay que arreglarse con lo que hay. Por ejemplo aprovechar las ofertas del supermercado, nos las conocemos todas y vamos a lo más barato y nada de viajes del Inserso porque si te vas por ahí gastas lo que no tienes", aduce Rosa López.

En una provincia con cerca de 109.000 pnsionistas y jubilados, que perciben las pensiones más bajas de España -una media de 634 euros al mes- las receptoras de una pensión de viudadad son las heroínas máximas de la microeconomía.

Mientras juegan al tute y a la brisca en cualquiera de los hogares del pensionista, esquivan esos gastos superfluos. "Si vienes al hogar de mayor no tienes obligación de consumir un café para poder entrar, como ocurre con otros centros de pensionistas privados. Aquí no gastamos y lo pasamos bien", explica uno de los jubilados, que mira con desconfianza cuando se le pregunta su nombre: "Eso es cosa mía; yo no tengo nada que decir del Gobierno si es lo que usted quiere saber", esquiva.

Los abuelos y abuelas con las pensiones más bajas de España no se deprimen por el dinero. Les preocupa más la enfermedad y la soledad, por ese orden. "Yo le diría al ministro de Economía que nos diera un poco más, porque en mi caso no tengo hijos, pero hay gente que lo está pasando muy mal. Y encima aún le quieren cobrar por lo poco que puedan percibir de su pensión en el extranjero", se queja María Rodríguez.

Tener una vivienda en propiedad, algo muy habitual en Galicia, salva a la mayoría de la quema pues no tienen que pagar alquiler. Coinciden en que el recibo de la luz, o un teléfono fijo para "poder pedir vez para llamar al médico", explica María "son gastos que tienes que tener".

El temor a que el gobierno de turno les quite la pensión les hace cerrar el pico. "Que no me gusta hablar, que estoy muy contenta con el gobierno", se excusa Rosa Alvarez, que se lo piensa mucho antes de pensar su nombre, posiblemente inventado. A la pregunta de cómo se arregla para llegar a final de mes asegura que "tengo 82 años y no hago milagros ahora, los hice siempre, lo que pasa es que la gente de ahora se queja mucho". El denominador común de esta generación es que han vivido los daños colaterales de la postguerra y lo actual le parece cosas menores. Rosa es contundente: "El que no sabe arreglar su casa es su problema. Los que contribuimos ahora cobramos 600 euros".

Los jubilados son así. Interrumpir la partida de cartas para hablar de pensiones suele ser una temeridad, contestada en el mejor de los casos con retranca "A mí me llega con lo que tengo, yo soy una roca. El que no, que se arregle", sentencia Rosa, dispuesta incluso "a darle algunas lecciones de ahorro a los jóvenes". No sabe que ahorran más que ella porque están en paro.