En sus vacaciones, viajaban con su padre a la feria de Monforte. "Al principio iba con el chocolate cargado en un caballo y acompañaba a otro feriante de esta zona que vendía cuchillos, agua de As Burgas y lo que hiciese falta y cruzaban el río Sil con un barquero hasta Doade para seguir camino a Monforte", señala.

De mayor, Rosa acompañó a su padre a esta feria que se celebraba cada quince días, primero en bicicleta, luego en moto y ya a partir del año 1969 en furgoneta rotulada. Este vehículo permitió ampliar las ventas que desde entonces llevaron el chocolate de la familia Casares hasta Pontebarxas (frontera con Portugal), Xinzo de Limia y Pobra de Trives, para dejarlo en tiendas y ferias de media provincia. Las máquinas de los talleres Juan Borrell de Barcelona y de la fundición Ángel García de Astorga serán protagonistas del futuro primer museo del chocolate, junto con paneles con explicaciones del proceso de elaboración.