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El mar, economía de O Morrazo a mitad del XVIII

Cangas era la villa pesquera más importante de la comarca

Plano de Cangas de 1752 segundo o Marqués da Ensenada. // Tese e Hilario Rodríguez

Comenzando con la categoría, la más relevante era la villa de Cangas, capital de una extensa jurisdicción (municipio-juzgado) que abarcaba casi todo O Morrazo. Allí tenía asiento el Subdelegado de Marina D. Joaquín de Villa y Prado; oriundo de Teis, fue antes procurador de causas en Vigo, donde pasó a ejercer hasta su muerte en 1765; lucraba de salario 2.929 reales, sólo superado por el alcalde foráneo Bazán (sucesor de los vínculos de Pontevedra). Contaba con 49 lanchas de pesca, 22 dornas y 1 barquillo de pasaje a Vigo. Se dedicaban a la pesca 300 hombres, entre dueños y marineros. Contrastaba con Moaña, de aquella con nada más que 8 marineros y dos propietarios de embarcaciones. Aun saliéndonos de nuestro territorio es curioso que Santomé de Piñeiro (hoy de Marín e interior) tuviese 8 marineros y una dorna.

Como va dicho, predominaban las dornas (plana, de quilla pronunciada, a vela), las lanchas y los barcos o "barquillos" dedicados al transporte. La propiedad se repartía en un tercio, la mitad o toda entera; no faltaban las mujeres, como en Cangas, Meira, Domaio (era probable de que fueran viudas); en la primera Dominga Fariña la dejaba a cargo del patrón. Todos pertenecían a gente de la mar, excepto tres: una del rico presbítero (clérigo de órdenes menores) D. Baltasar de la Rúa, de Bueu, gran dueño de tierras y casas, incluso en Vigo, y el arrendador de la cuarta parte de los diezmos del colegio de jesuitas Antonio Pereira, de Domaio. Los pequeños barcos de pasaje se dirigían con gente y productos (pulpo y vino) a la villa olívica "y otras partes"; en el año 1705 naufragó en la ría una embarcación con 14 personas de Cangas que se dirigían a la feria de Bouzas.

Sin duda el panorama más realista nos lo ofrezca Bueu, donde había 25 marineros con dorna, 15 que sirven en las lanchas, 3 que faenan en Cela y 18 marineros y labradores a la vez; estos debían de ser muy comunes en todas las parroquias y reciben el nombre técnico de "simbióticos", por trabajar la tierra y pescar según les conviniese (mal tiempo, escasas capturas).

Tampoco era inusual trabajar en un lugar distinto al propio: los de Bueu en Cela, uno de Coiro en Tirán. Hasta en el coto (jurisdicción que abarcaba sólo una parte de parroquia) de Bon e Vilar, propio de Dª Joaquina Gayoso y Aldao, vecina de Pontevedra, rodeado por otras feligresías, sus marineros servían en Beluso (2) y en Bueu (el resto).

¿Cuántos marineros había en el la antigua jurisdicción de Cangas (Cangas-Moaña y Bueu actuales más Ardán)? Es muy difícil concretarlo por la poca fiabilidad de la fuente histórica; se calcula no menos de unos 895 (año 1755) para alrededor de 3.500 vecinos/familias/"fuegos". Había grandes diferencias, así en Cangas representaban nada menos que dos tercios de la población, en Moaña el 2,4 % y en medio Bueu con un 26 % con los "simbióticos". A veces laboraban junto con algún pariente cercano: hijo, yerno, hermano, sobrino? También se sucedían en el oficio padres a hijos, cuando estos se independizaban.

Por cada día que un marinero salía a la mar ganaba entre uno y tres reales, lo mismo que un artesano popular, como sastre y zapatero; bien poca cosa, menos mal que quedaba el labradío. El quiñón completo de una embarcación no pasaba como mucho de 150 reales, aparte lo que recibían los patronos por su propio trabajo; los de pasaje 130 reales. Así pues, había diferencias económicas marcadas entre dueños y simples marineros. Era bastante común que la economía familiar se apoyara en el trabajo de la esposa, sobre todo de panadera, pero también de horneras, cordoneras de cáñamo y hasta alguna tratante de calceta; no obstante, por ejemplo, en Cangas, a las primeras le quedaban limpios unos modestos 50 reales. Se puede decir que vivían en el límite de la subsistencia, muy modestos. Las dos grandes especies de pesca, como no podía ser de otra manera, eran primero la sardina, sin especificar el arte, y en segundo el pulpo (dornas), que secaban. Ambas se exportaban en grandes cantidades (los de Cangas capturaban el 40 % del de Galicia a finales de siglo). Según el ilustrado Lucas Labrada (1804) esa zona extraía 4.000 quintales de cefalópodos.

En los oficios asociados o hay una gran ocultación o se dedicaban los propios marineros, como sugieren los 2 carpinteros-pescadores de Cangas, donde había un calafate, mientras que en Piñeiro se señala un banastero. Lo que sí contaba la capital era con tres tratantes de brea (y clavos), que lucraban entre 50 y 350 reales al año.

(*) Doctor en Historia, miembro del Instituto de Estudios Vigueses

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