Bueu tiene una nueva habitante, una pequeña llamada Lara, que llegó al mundo ayer a mediodía cumpliendo a rajatabla lo establecido en el decreto de estado de alarma. Hasta tal punto que casi se podría decir que hizo suyo ese lema de "Quédate en casa" y nació en su propio domicilio, respetando las normas de confinamiento en un parto que fue un visto y no visto.

Cuando llegaron los servicios médicos su madre, Cristina, ya había dado a luz con la ayuda de su marido a una preciosa niña que supone un rayo de alegría en medio de la crisis del coronavirus. Las dos fueron trasladadas a continuación al Hospital Provincial de Pontevedra, donde permanecerán probablemente hasta el final de semana.

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El parto cogió por sorpresa a los felices padres, que precisamente ayer por la mañana habían acudido a Pontevedra para hacer una revisión ya que la madre había cumplido el tiempo de embarazo. La previsión de los médicos era que si la niña no nacía antes del fin de semana se procedería a provocar el parto.

"Cuando estuve por la mañana vieron que tenía una dilatación de dos centímetros y aún quedaba para el parto. Me comentaron que sí quería podía ingresar ya en ese momento o más tarde, que malo sería", explicaba ayer desde su habitación Cristina Millán Quintela. Tanto ella como su marido decidieron regresar a casa a recoger algunas cosas, volver a ver a su otro hijo de corta edad y regresar a Pontevedra un poco más tarde.

Pero Lara decidió nacer en la que desde ya será su casa. "Empecé a sentir contracciones y me di un baño caliente para llevarlas mejor antes de ir al hospital. Pero en cuanto salí la cabeza de la niña ya empezó a asomar y avisé a mi marido. Le dije que llamase ya a la ambulancia porque la niña ya venía", cuenta Cristina. De inmediato llamaron al 061, cuya ambulancia acudió primero al centro de salud a recoger al médico, pediatra y matrona, tal como establece el protocolo. Cuando llegaron ya se encontraron con casi todo el trabajo hecho puesto que Lara ya había salido del vientre materno sin problemas y pesó 3,675 kilogramos.

Curiosamente los dos partos de Cristina han tenido algunas condiciones peculiares. Cuando sintió las contracciones que avanzaban el nacimiento de su primer hijo la ciudad de Pontevedra se encontraba en plenas fiestas de la Peregrina y se celebraba la batalla de las flores. "Íbamos en nuestro coche y la Policía de Pontevedra nos tuvo que abrir paso y escoltarnos hasta el hospital", recuerda. Eso sí, luego el pequeño Hugo se lo tomó con bastante calma para nacer porque ingresó a las cinco de la tarde y nació cerca de la medianoche. "Por esa experiencia pensé que esta vez iba a ser parecido", decía ayer Cristina Millán con la pequeña Lara en brazos.

Ayer no faltaba quien decía que, tal como está la situación ahora mismo en los hospitales, quizás era mejor que Lara hubiese decidido nacer en su propia casa. "Pero para nada fue algo buscado", aseguran sus padres.