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Los cementerios vuelven a florecer

Las visitas son espaciadas y no es necesario aplicar tramos horarios -Lalín incrementa la frecuencia del vaciado de contenedores -El trabajo de marmolistas sigue ralentizado

Desde el lunes, los camposantos vuelven a estar abiertos al público, aunque se mantengan normas de distancia de seguridad y, también, las restricciones en cuanto a asistencia a funerales. En los cementerios más grandes, como el de A Romea, en Lalín, no fue preciso establecer un tramo horario de visitas como sí ocurre en otros pintos de la provincia, como Cangas. "La gente sí acude a limpiar las tumbas y a colocar flores, pero no lo hace de forma masiva y, en el caso de A Romea, sus dimensiones ayudan a mantener esa distancia social", explica la concejala de Relaciones Vecinales y Cementerios, María Álvarez. Esta mayor afluencia para retirar las flores depositadas hace un par de meses no obligó a Lalín a colocar más contenedores de residuos orgánicos, pero sí a aumentar la frecuencia de vaciados de los mismos.

Dos de las vecinas que ayer, por ejemplo, visitaron el cementerio viejo de Lalín son Celsa González y su madre. Viven en Donramiro, y antes de que se decretase el estado de alarma repartían sus paseos entre este camposanto (en el que están enterrados los cuatro abuelos de Celsa así como dos tíos maternos), el citado de A Romea y el de Botos. Solían revisar el buen estado de las tumbas y de las flores una vez por semana, pero desde el 14 de marzo esta rutina se vio truncada. Tras 48 días encerradas, la desescalada permitió a estas mujeres volver a visitar a sus familiares difuntos y beneficiarse de las terapias de un paseo. "Echábamos en falta estas rutinas, y la verdad es que nos hacía falta el sol", explica. Visitaron ya el cementerio días atrás, y solo se encontraron con otras tres personas. Ayer eran las únicas.

También va muy despacio el trabajo de colocación de placas y lápidas en las tumbas, por parte de los marmolistas. Desde Mármoles y Granitos Deza, en Lalín, apuntan que la demanda sigue igual "o incluso inferior" a antes del estado de alarma. Las encargas mantienen los mismos materiales que se demandaban cuando aún no había llegado la crisis sanitaria. Uno de los empleados de la funeraria Jesús Taboada e Hijos explica que no se da un boom de trabajo entre los marmolistas "porque la mayoría de las familias suele colocar la lápida o placa antes del cabo de año". Los marmolistas tampoco tienen restricciones horarias a la hora de acceder a un camposanto para ejercer su labor. Precisamente, el estado de alarma no solo impidió la celebración de funerales de entierro, sino también de la misa para recordar el primer año sin la persona amada, dado el cierre de templos al público y la eliminación de velatorios y funerales durante las semanas más cruda del encierro.

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