Una de las sociedades cinegéticas de Agolada, el Tecor Farelo, puede presumir de contar con buena parte de su superficie desbrozada, por lo que el jabalí suele emigrar a Rodeiro en busca de monte viejo donde guarecerse y procrear. Pero claro, la extensión del Tecor Farelo es muy inferior a la que puede tener el de Silleda (16.200 hectáreas) o el de Lalín. Y si ello le sumamos que las sociedades tienen que correr con todos los gastos de desbroce y siembra de animales en un momento en que el abandono del agro va a más, es normal que sea imposible mantener la maleza a raya.

"Solicitamos a la directora xeral de Patrimonio Natural que Medio Ambiente pusiese a disposición de las sociedades de caza un tractor para poder retirar malezas y limpiar en zonas próximas a núcleos", explica el presidente de los cazadores lalinenses, Julio Mariño. Deja caer, también, que la de Pontevedra es la única de las cuatro diputaciones gallegas que no cuenta, desde hace años, con una línea de ayudas para desbroces ni repoblaciones de caza menor. También apunta otros deberes que tiene pendiente la administración autonómica o la estatal: una normativa que considere delito la interrupción en un torneo de caza. En Francia sí existe esta ley, y evita las polémicas que aquí se producen año tras año entre animalistas y cazadores en los campeonatos de zorro, al final de la temporada de caza menor.