Sus muertes acostumbran a quedar impunes y es posible que algunas de ellas hayan pasado, incluso desapercibidas. Sin embargo, las hemerotecas atestiguan los sucesivos ataques de los que han sido víctimas caballos que viven en los montes en régimen de libertad, como lo hacían diversos ejemplares pertenecientes a la asociación Rapa das Bestas y que aparecieron en muertos con evidentes señales de arma blanca o arma de fuego. En montes en los que habita la cabaña de O Santo, junto con otros équidos que pertenecen a particulares, los ataques a caballos salvajes se cobraron la vida -como recogió FARO DE VIGO en un artículo publicado en 2016- de al menos una treintena de animales desde 2003. Algunos de ellos aparecieron acuchillados y otros presentaban heridas de bala. A esta larga lista hay que sumar los équidos que murieron en circunstancias similares en estos tres últimos años, de manera que la cifra supera holgadamente la treintena.

En algunas de estas matanzas aparecieron numerosos grupos de caballos muertos con heridas que terminaron por no encontrar culpables.