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El saldo vegetativo en las comarcas

Deza y Tabeirós registran en dos décadas más del doble de defunciones que nacimientos

El promedio anual de alumbramientos no alcanza los 500 y los óbitos rebasan el millar -Lalín y A Estrada aglutinan seis de cada diez niños que se sumaron al padrón -En Dozón la media está en cinco bebés al año

Una ceremonia de acogida ciudadana o bautismo civil en el consistorio silledense. // Bernabé/Luismy

Que Deza y Tabeirós-Montes necesita vecinos como el comer no es ningún secreto. La llegada de ciudadanos de otros países, sobre todo a los núcleos más poblados, compensó durante años el saldo vegetativo negativo, pero cientos de estos nuevos empadronados regresaron a sus lugares de origen o se buscaron la vida en otros territorios cuando la crisis machacó la economía y tuvo, en consecuencia, una clara repercusión directa en el empleo. En los últimos tiempos este fenómeno comienza a reeditarse y, sobre todo, Lalín y A Estrada comienzan a ganar inmigrantes de países con conflictos sociales o políticos como Venezuela o del norte de África.

En 20 años el número de fallecimientos duplica con creces al de nacimientos y esta estadística implica que la sangría poblacional no pare de crecer. Con los últimos registros en la mano, entre 1997 y 2017, los bebés que fueron empadronados en Deza y Tabeirós-Montes no alcanzan los 10.000 -son exactamente 9.693-, mientras que los óbitos suman más que la población total que tiene cualquiera de las dos cabeceras de comarca. Son, en concreto, 20.682 los vecinos que causaron baja en los censos municipales por fallecimiento. Durante esta dos décadas y, contra lo que parece en muchos casos la tendencia común, en las comarcas nacieron más varones que mujeres, con 5.021 y 4.672 altas respectivamente.

A Estrada es el municipio que registró más alumbramientos en este período, con 3.132 bebés, pero también es donde más decesos se produjeron, al alcanzarse los 5.808 casos. En consecuencia, el saldo vegetativo que presenta la capital de Tabeirós es negativo en más de 2.600 personas. La diferencia entre la natalidad y defunciones en Lalín es más favorable, ya que en la cabecera de la comarca dezana se produjeron en estos veinte años hasta 4.530 decesos, que se vieron compensados con los 2.903 nacimientos. La balanza vegetativa es negativa en cerca de 1.600. Silleda es, junto a los dos casos antes citados, la única localidad de la zona que, en dos décadas, está por encima del millar de alumbramientos. La natalidad alcanza los 1.296 casos, pero los decesos fueron 2.513.

A partid de ahí los datos de nacimientos en el resto de concellos son bastante pobres, pues en Vila de Cruces -el tercero en población en Deza- el promedio de nacimientos apenas supera la treintena al año. En dos décadas fueron 638, mientras que los óbitos sumaron exactamente 1.893. En Rodeiro y Agolada nacieron en este período 310 y 236 bebés respectivamente, pero los decesos superaron en ambos casos el millar. El saldo vegetativo en Forcarei es negativo en 1.091 almas, al contabilizar solamente 393 alumbramientos. Un porcentaje semejante arroja Cerdedo-Cotobade -en el cómputo tomamos como referencia los datos de los dos municipios por separado antes de su fusión- pues contabiliza 645 nacimientos frente a las 1.914 defunciones.

Madres solteras

En los últimos tiempos se constata un cambio de tendencia en la decisión de las parejas de ser padres sin haberse unido legalmente antes de decidir ser padres. Con todo los bebés nacidos de parejas casadas son mayoría, pues representan casi ocho de cada diez casos en el período comprendido entre 1997 y 2017. Pero si tomamos como referencia el balance de la última década, las cosas cambian. Un tercio de los 1.711 niños nacidos en el período comprendido entre 2007 y 2017 fueron alumbrados por madres sin unión legal. En Lalín son ya casi el 37% del total, mientras que el porcentaje en A Estrada es siete puntos menor. Pero es Cerdedo-Cotobade el municipio en el que más niños nacen sin que sus padres hayan pasado previamente por una iglesia o un registro civil. El porcentaje más bajo se da en Dozón, un municipio en el que casi el 75 por ciento de los 42 niños nacidos en una década tienen como progenitores a una pareja casada.

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