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La sucursal estradense de Willy Wonka

Antonio Sanmartín firma los primeros bombones elaborados con sidra de A Estrada y desde el obrador de Mimela exporta sus tabletas de chocolate a ciudades como Burgos

Una pequeña viendo las variedades de chocolate. // Bernabé/Cris M.V.

Levanta pasiones y remordimientos. Claro que estos últimos se olvidan tan pronto como un nuevo pedazo vuelve a deshacerse en la boca. El chocolate es un auténtico placer y sus posibilidades, infinitas. Lo sabe bien el estradense Antonio Sanmartín, el gerente de Pastelería Mimela. Después del verano, y sobre todo ante la proximidad de las celebraciones navideñas, su obrador se ha convertido en una auténtica fábrica de chocolate. Este Willy Wonka en versión estradense no envuelve boletos dorados en sus tabletas de chocolate pero sí ingredientes selectos que están haciendo que A Estrada comience a exportar chocolate a otras ciudades de España. Es además, el artífice de los primeros bombones elaborados con sidra ecológica estradense.

Subir las escaleras de esta "fábrica" es tomar conciencia de que uno está a punto de caer en la tentación. Y qué bien sienta. Si el olfato se deleita con el aroma de la estancia, lo que entra por los ojos despierta a gritos al diablillo de la gula que todos llevamos dentro. Hasta 16 variedades de tabletas de chocolate se despliegan vistosamente envueltas, adornadas por el saber hacer de este artesano. Chocolate blanco con pistacho iraní y frambuesas; chocolate al baño María con tonos a caramelo, avellana caramelizada y melocotón; chocolate con leche de la República Dominicana y un streusel prensado de avellanas; chocolate con leche con un alto porcentaje de cacao o variedades que incorporan frutas, caso de las frambuesas que se sumergen en chocolate blanco con pura vainilla de Madascar o las tabletas que combinan el yuzo con chocolate negro de origen vegano.

Como sobre gustos no hay nada escrito y la pasión por el chocolate depende de cada paladar, en el obrador de Mimela se hace incluso chocolate negro con pistacho iraní y flor de sal, una versión salada que hizo que más de un escéptico se acabase la tableta antes de salir del local.

Antonio Sanmartín reconoce que las tabletas de chocolate de Mimela están teniendo mucho tirón. Tanto que más de un centenar de ellas acaban de salir para su comercialización en Burgos. Son productos completamente artesanos, elaborados con chocolate de gran calidad e ingredientes muy nobles. El ingenio corre por cuenta de Sanmartín, que idea combinaciones que no dejen indiferente a nadie y que aciertan con los paladares más exigentes.

Los bombones son otra tentación irresistible. Entre la amplísima variedad figura los confeccionados con sidra ecológica de A Estrada. Chocolate y sidra se funden en todo un canto al estradensismo. Los hay de dos variedades distintas. Uno de ellos tiene un cuerpo de chocolate blanco relleno de sidra estradense. La otra versión es un relleno trufado de chocolate negro con sidra. Sublimes.

Antonio Sanmartín no tiene en su obrador ríos de chocolate ni los famosos oompa loompas que acompañaban a Willy Wonka en su fábrica pero sí dispone de la misma ilusión e ingenio. Destaca que el chocolate tiene que estar bien atemperado y hay que conseguir que "trisque" en la boca. Esa es la diferencia. Remarca que mucha gente busca este efecto guardando el producto en la nevera pero subraya que este hábito no es recomendable teniendo en cuenta la tendencia del chocolate a incorporar todos los sabores que se guardan en el frigorífico.

En Mimela son expertos en chocolate y elaboran artesanalmente cada una de las decoraciones con este producto. Muchas de estas tabletas llegarán a la mesa en Navidad o formarán parte de muchos detalles de empresa. Les tocará rivalizar en adeptos con los turrones artesanos que en los próximos días comenzarán a elaborarse en este obrador. Mimela elabora este dulce típico de la Navidad desde hace muchos años. Antonio Sanmartín confeccionó hace días la lista que determinará los ingredientes para las 25 clases de turrón que la firma sacará este año. Elaborará 10 kilos de cada variedad, lo que supone, ni más ni menos, un cuarto de tonelada de turrón, artesano y sin conservantes de ningún tipo, a los que entregarse y rendirse por completo.

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