-¿Sigue dedicándose a restaurar bicicletas y motos antiguas?

-Me gusta mucho. Otra cosa es que lo haga medianamente bien. Ahora no tengo tanto tiempo como para poder dedicarlo a esa afición. Yo empecé restaurando bicicletas para aprender algo, y hacer lo que realmente me gusta, que es restaurar motos clásicas. Eso ya requiere unos conocimientos de mecánica superiores. Me gusta desmontarlas, pintarlas, lijarlas y todo eso. Cuando estoy allí tengo un pequeño taller en Ponte Taboada donde también hago muchas cosas en madera. Tengo que reconocer que me gusta todavía más trabajar la madera. Recojo maderas abandonadas y las restauro.

-¿La bicicleta clásica con la que anda por Mallorca también fue restaurada por usted?

-Esta la compré aquí porque me gustó mucho nada más verla. La verdad es que tengo muchas bicicletas. En Lalín tengo 15 o 16 bicicletas, si mal no recuerdo.

-Si tuviera que elegir entre bicicletas o motocicletas clásicas, ¿con qué se quedaría?

-Las motos también me gustaron de toda la vida. Tengo varias en Lalín. Aquí no tengo ninguna. También tengo que decir que la bicicleta ahora me gusta bastante, pero la conocí bastante tarde. La dejé siendo un niño y la volví a coger hace no mucho tiempo. De hecho ahora siempre llevo la bicicleta conmigo en el coche. A donde voy, aparco y ando en bici. Me gusta llegar a los pueblos y pasear en bicicleta. En Mallorca cuando llegó la crisis apostaron por el turismo de bicicleta. Es una apuesta institucional, hicieron una carrera a la que van más de 12.000 personas, y todos los pueblos están preparados para la bici. De hecho, mueren muchos ciclistas atropellados aquí porque andan muchos.