El trampeo preventivo es la única herramienta que existe en la actualidad para frenar la invasión de la avispa asiática ( Vespa velutina). Así lo asegura la Asociación Galega de Apicultura (AGA), que promueve el trampeo como método de control de la población de este insecto invasor desde su llegada a Galicia, apoyándose en la experiencia de sus colegas franceses, que señalaban los efectos positivos de esta técnica, por lo menos, mientras la investigación no desarrolle otros sistemas o productos más efectivos.

Los apicultores son conscientes de que "no es la fórmula perfecta que acabará con la plaga, si es que esto es posible, pero a corto plazo es la única herramienta que tenemos disponible en nuestras manos, y, mientras no haya otra mejor, la seguiremos utilizando". A lo que no están dispuestos es a quedarse sin hacer nada viendo como las velutinas se comen las abejas y acaban con sus enjambres. Apuestan por la investigación práctica, que mejore la eficacia y selectividad de unas trampas que causan "daños colaterales". No obstante, consideran que el trampeo "nunca podrá ser más perjudicial que el daño que produce la especie invasora en el medio ambiente", pues acaban no sólo con las abejas sino también con otras poblaciones de insectos, diezmando la propia fauna insectívora y la fruticultura.

"No se nos pode tratar a los apicultores como los responsables de un problema ambiental -sostiene el cruceño Suso Asorey, portavoz de AGA-. El enemigo no somos nosotros. Si a alguien hay que pedir responsabilidades es a la administración, que tiene que garantizar y demostrar con hechos que pone todos los recursos necesarios para solucionar este gravísimo problema, no sólo de los apicultores, sino de toda la sociedad, así como también de salud pública". El hecho de que cada vez haya más fórmulas caseras e improvisadas, utilizando los recursos que cada persona tiene a su alcance, es "consecuencia de una ineficaz gestión de la situación por parte de los organismos competentes", señala. Los apicultores tampoco están de acuerdo en que "se dispersen todo tipo de substancias de las que no se conocen las consecuencias, ni los litros y litros de insecticida que se dejan en los nidos de velutina, tan nocivo o más que el trampeo". Pero, apostilla Asorey, "de esto nadie habla".

El colectivo apuesta por la unión de los diferentes sectores afectados -ecologistas, investigadores y sociedad en su conjunto- para exigir a la administración "que se ocupe realmente de esta problemática, que coordine y financie la investigación necesaria, que compense a los sectores afectados y que nos tenga en cuenta para avanzar en la búsqueda de soluciones efectivas".