-¿Cómo recuerda sus inicios en el rugby con los "abellóns"?

-Si no recuerdo mal, empecé con nueve o diez años, y desde entonces por suerte no lo he dejado. Fueron años muy bonitos, con una gente muy sana con la que sigo manteniendo relación. El Rugby Lalín es un gran club, como también lo es el Vigo, y por eso siempre digo que a los dos les debo todo lo que soy en esto del rugby. La verdad es que en Lalín el rugby se vive de una manera especial, y sí es cierto que existe una gran unidad entre todos los miembros del club.

-Todavía sorprende que en los tiempos que corren, deportes como el rugby mantengan la esencia del juego limpio.

- Es cierto que casi siempre que se habla del rugby destaca el hecho de que sea un deporte de contacto, con roces típicos en el campo, y que en cuanto finaliza el partido todo se olvida para confraternizar en un tercer tiempo con tu rival. Puede parecer algo curioso visto desde fuera, pero al final esos valores son los que se intentan transmitir desde las categorías base.

-¿Se refiere a tener respeto siempre por su rival?

- Efectivamente. Desde pequeño se enseña que hay respetar al rival, pero también por el árbitro de la contienda. Estoy convencido de que esos valores de respeto, sacrificio y humildad terminan ayudando en el crecimiento profesional o personal.

-¿Sigue viniendo por Lalín?

- Suelo jugar de vez en cuando tanto con los de Lalín como con los de Vigo. Todos los veranos hago lo posible por poder jugar con los amiguetes porque al final es lo divertido. Juego de medio melé, sobre todo, pero ahora lo más importante es pasarlo bien con todos los que he conocido gracias al rugby.