Hace justo una semana que los vecinos de la parroquia lalinense de Soutolongo celebraron las bodas de oro de la asociación A Nosa Escola. El colectivo que honra la memoria de la antigua escuela pagada por emigrantes, que estuvo funcionando como colegio hasta 1970, y que desde entonces sirve como local social, también distinguió a una de las mujeres más populares de la parroquia y de todo Lalín. Carmen, "Carmiña", Fondevila Mato recibe a FARO DE VIGO en el salón de su soleada casa rodeada de recuerdos que conserva de forma ordenada, y se le ilumina la cara cuando habla de la asociación que ayudó a poner en marcha.
-¿Cómo recuerda los primeros años de la asociación vecinal?
-Fueron tiempos muy bonitos porque contábamos con casi todos los vecinos implicados en las actividades que sacamos adelante. Recuerdo con especial cariño los numerosos cursos y charlas que organizamos, a los que venía gente como Alfonso Paredes, los expertos de Extensión Agraria y varios médicos. Eran actividades que nos parecían interesantes y beneficiosas para toda la parroquia, y creo que resultó muy interesante.
-¿Es cierto que durante algún tiempo el de la asociación fue el único televisor de Soutolongo?
-Yo creo que sí. Recuerdo que íbamos todos a ver la tele por la tarde con los niños y, después, los mayores nos quedábamos por la noche a ver la programación en una época donde sólo había dos canales. La verdad es que todos lo pasábamos muy bien en el local.
-¿Qué cargo tenía usted en la asociación A Nosa Escola?
-Yo fui la secretaria de la asociación. Dicen que escribía muy bien, y era la encargada de mandar escritos para pedir cosas para la parroquia. La verdad es que nos daban todo lo que pedíamos, pero entonces había, no como ahora que ya no hay tanto. El local funcionaba tan bien en aquellos años que se comentaba que querían convertirlo en centro piloto de la comarca por sus buenos resultados. Todos los de la directiva nos llevábamos de maravilla, y así estuvimos durante muchos años. El colectivo nació como punto de encuentro de todos los vecinos y, afortunadamente, sigue siéndolo en Soutolongo.
-¿Con qué se quedaría después de tantos años en la asociación?
-La verdad es que es muy difícil decir una sola cosa. Yo tengo muy buenos recuerdos de aquellas semanas culturales que teníamos porque, como le decía antes, venía mucha gente interesante. También tengo que decir que la apertura del local fue una maravilla para la gente mayor de la parroquia porque quedaban allí todos. Los hombres, sobre todo, hacían partidas de cartas y las mujeres se dedicaban al ganchillo y otras cosas. Pasaban las horas juntos de tertulia porque el local les servía para no quedarse encerrados entre las cuatro paredes de su casa. Y eso que antes estaban más cuidados por sus hijos que ahora, que se sienten más solos.
-¿A Nosa Escola se supo adaptar a los nuevos tiempos?
-Ahora hay menos gente involucrada porque, como pasa en todas partes, los pueblos se están quedando sin vecinos. La gente joven se busca la vida donde puede, van a trabajar fuera para salir adelante, y los mayores poco a poco desaparecen. De todas formas, el local sigue funcionando, y con motivo de las fiestas patronales suele haber campeonatos de tute por la noche para recaudar fondos. Yo sigo cotizando, y siempre que puedo me acerco hasta allí para estar con los vecinos de la parroquia.
-¿Guarda testimonios de su paso por el colectivo de Soutolongo?
-Tengo varias carpetas con recortes de prensa, escritos y todo lo que pude guardar para que no se pierda. Recuerdo que hace años me decían que lo mío eran las relaciones públicas y que por eso me encargaban todo lo que tenía que ver con los demás. En esas carpetas está mucha parte de la historia de la asociación, que espero que no se pierda porque lo tengo todo muy ordenado. Fui recogiendo todo lo que pude para ayudar a que no se pierdan los recuerdos de tantos años bonitos que pasamos en la asociación A Nosa Escola.
