X.S.S.  Vila de Cruces

Dar de comer a sus gallinas es una de las ansias con las que se levanta a diario Rosa González Puga, una de las contadas dezanas que puede presumir de haber superado el siglo de existencia. Tiene una docena de la raza gallega denominada piñeira, que le han llegado a través de un amigo de la familia involucrado en la recuperación de esta variante autóctona de gallina. "Desfruta indo a darlle de comer", comenta su nieto Luis, residente en el municipio de Lalín, orgulloso de la vitalidad de una abuela todavía activa para colaborar en las tareas del hogar.

Una de las mayores alegrías de esta anciana mujer ha sido la celebración de su 101º cumpleaños, que tuvo lugar el pasado sábado. Nacida el 7 de noviembre de 1907, Rosa tiene dos hijos: José, residente en Lalín, y Remigio, emigrado en Venezuela, quien no pudo asistir el año pasado a la celebración de su centenario. Pero, para deleite de la homenajeada, sí estuvo en esta ocasión. Participó él, su otro hermano, los dos nietos y tres bisnietos de la anciana, junto con otros familiares y amigos, hasta completar una veintena de invitados a la conmemoración, que se celebró en la intimidad del hogar familiar de Fontao y en la que Rosa volvió a soplar las tradicionales velas de cumpleaños. Es más, incluso adquirió un reto con su hermana.

Y es que, sin lugar a dudas, una de las invitadas más especiales de la fiesta fue la hermana de Rosa, que cuenta con 91 años cumplidos. Muestra del ánimo vital de la homenajeada es el compromiso que adquirió con su nonagenaria hermana: Se comprometió a soplarle las velas de su centenario, allá por el año 2017.

Hasta entonces, Rosa seguirá coleccionando otoños mientras cuida de sus gallinas y colabora en las labores diarias de una casa de aldea como la suya. Otra de las cualidades que llama la atención de esta centenaria es su prodigiosa memoria y su capacidad para concentrarse en la lectura, otra de sus aficiones, que practica con bastante asiduidad. También es conocida entre familiares y amigos por el buen humor que cultiva desde siempre y que no se ha amilanado con la edad, pues disfruta contando historias e incluso gastando alguna que otra bromilla.

De su alegría vital da fe su participación en fiestas de la tercera edad organizadas en el municipio, en algunas de las cuales ha llegado a ser premiada por ser la concurrente de más edad.