Carlos Padín Busto es un ejemplo de que cuando la pasión es fuerte, la edad no es más que un número. Este catoirense cumplirá 45 años dentro de un mes, y sigue jugando al fútbol en competiciones oficiales. Para él, el deporte es sobre todo diversión, de ahí que también juegue con los veteranos del Deportivo de La Coruña, con los que se proclamó campeón de España este verano en La Oliva (Valencia). El sábado próximo, 14 de septiembre, el campo de As Lombas acogerá un homenaje al "Mago de Catoira".
-¿Qué le empuja a seguir jugando al fútbol a nivel competitivo con casi 45 años?
-Me encanta jugar al fútbol, las lesiones me están respetando y me gusta competir. Veo que aún puedo aportar algo al equipo y para mí el deporte también es una manera de desconectar y de estar con los amigos.
-El fútbol es un deporte de contacto, en el que son habituales las caídas y tanto los músculos como las articulaciones de las piernas sufren mucho. ¿Es una actividad saludable a partir de los 40 años?
-Para mí por lo menos, sí. Los campos de hierba sintética son un poco incómodos, pero es cuestión de adaptarse, como nos adaptamos cuando jugábamos en los campos de tierra. Lo que le diría a una persona de más de 40 años que esté pensando en jugar al fútbol es que si tiene ganas, que lo intente. Ahora se entrena mucho mejor que antes y hay preparadores físicos. Con un buen calentamiento y haciendo algunos ejercicios se pueden prevenir algunas lesiones.
-¿Termina su carrera en el Catoira por gusto o por compromiso?
-Por gusto. Me apetecía acabar ahí mi carrera, pero no sé si será solo esta temporada o también la siguiente.
-Usted nació en un pueblo pequeño y llegó a ser profesional. ¿Qué porcentajes de talento, de trabajo y de suerte hacen falta para ganarse la vida con el fútbol?
-Para mi forma de pensar el talento es lo principal para triunfar en el fútbol. Y con el talento se nace. Eso poco se puede entrenar. El trabajo también es importante, pero por mucho que uno trabaje no va a ser Messi.
-¿Cómo ha cambiado el fútbol en las dos últimas décadas?
-Sobre todo cambió en los entrenamientos. Una pretemporada de hoy no tiene nada que ver con una de hace quince años. Los campos son mejores y la preparación ha evolucionado mucho.
-Hoy, Sergio Álvarez e Íker Losada son dos catoirenses que despuntan mucho en el deporte. ¿Cómo les ve?
-Fui entrenador de Íker cuando era niño. Acaba de comenzar su carrera. Ha debutado con la selección, juega en el Celta... Espero que sigan confiando en él. Es un jugador muy completo. Tiene gol, juega bien con las dos piernas, se sacrifica... En cuanto a Sergio, es un portero que le ha dado mucho al Celta y que siempre tuvo un comportamiento ejemplar.
-Usted estuvo en el Deportivo con Mauro Silva, Rivaldo, Djalminha, Donato... ¿Qué recuerdos tiene de ese equipo?
-Ir a entrenar con ellos era una maravilla porque eran unos fuera de serie. Era muy complicado entrar en el primer equipo porque además era una plantilla muy amplia, de 30 jugadores.
-¿Recuerda a alguno de aquellos genios en especial?
-Recuerdo que ver entrenar a Djalminha era un auténtico espectáculo. Conmigo siempre se portó genial.
-¿Cuál fue su momento más dulce?
-Los años del Pontevedra. Fue la época que más disfruté. Teníamos un muy buen equipo, ascendimos, y la afición de Pasarón es espectacular.
-Hay padres que a la hora de escoger una actividad deportiva para sus hijos recelan del fútbol porque consideran que es excesivamente competitivo y agresivo. ¿Qué les diría?
-Los padres, y las madres, tienen que comprender que el fútbol es para divertirse. Los niños tienen que ganar y tienen que perder. Lo importante es que hagan deporte. Si el niño disfruta jugando 15 minutos en cada partido, ya está bien. Hay que comprender que a nivel de base, a medida que los niños se van haciendo mayores solo van quedando los elegidos, y los demás pueden seguir haciendo deporte, aunque no sea a nivel de competición. Pero eso sucede con todos los deportes. No todo el mundo vale para la alta competición.
-¿Es posible erradicar los episodios de peleas e insultos en las categorías inferiores?
-Es lamentable que un niño de ocho o diez años tenga que ver a su padre en la grada insultando al árbitro. Poco a poco, eso debería acabarse.
