Ania Horszowski, judía, nacida en Polonia, que sufrió el holocausto nazi en Lvov, exiliada en Venezuela, y que eligió Caldas de Reis para disfrutar de sus últimos años de vida, falleció en la capital del Umia a los 98 años de edad. A la villa termal llegó el día de navidad de 2010 con su hijo y su nuera, huyendo, una vez más, ahora de la crisis venezolona.

Tras esta azarosa vida, Ania Horszowski ha podido descansar finalmente en Galicia. En Caldas de Reis recibirá hoy el último adiós, con un funeral por el rito judío, que ayer su familia no sabía todavía dónde se podrá celebrar.

Esta mujer valiente y culta disfrutó de sus últimos años compartiendo con todo aquel que la quiso escuchar su historia de represión, constantes huidas y exilios. Varios colegios e institutos gallegos pudieron disfrutar durante estos años de sus clases magistrales, en las que trató de hacer comprender a los más jóvenes la sinrazón de la guerra, el racismo y la xenofobia.

En estos años Ania Horszowski pudo al menos vivir tranquila y ser feliz, como explica su hijo Luis. Llegaron a la comarca del Umia tras huir de la crisis que en 2010 ya se vivía en Venezuela, porque el padre de su nuera tenía ascendencia de Moraña y ya había visitado la tierra de sus ancestros en anteriores ocasiones.

Ania Horszowski -de soltera Klara Fuch- nació en 1921 en Tarnopol, una ciudad que entonces pertenecía a Polonia pero actualmente está integrada en Ucrania.

Hija de Berta y Jacobo, formó parte con sus hermanos Henka y Moisés de un grupo juvenil sionista, razón por la que emigraron a la Palestina británica en 1937. Según se explica en el documental "Testemuño da Shoah", producido por la Asociación Galega de Amizade con Israel y dirigido por Oscar Galansky, una vez que en septiembre de 1939 entran los rusos en Tarnopol, en enero de 1940 les expropian la vivienda y se van a la ciudad de Lvov a casa de un familiar. Allí los alemanes crearon un gueto en el que vivieron Ania y sus padres.

El gueto de Lvov

En el gueto judío de Lvov, siendo adolescente, perdió a su madre, muerta de un disparo a manos de los nazis cuando ya estaba debilitada por unas fiebres tifoideas, y a su padre, a consecuencia de una enfermedad. Vivió el horror de aquellos años, entre 1933 y 1945, en un gueto, sin prácticamente comida y ropa, y con la estrella en la solapa.

En marzo de 1943, gracias a unos papeles falsos, Ania logra escapar del gueto y se traslada a la ciudad ucraniana de Dnipropetrovsk. Empezó entonces a buscar a otros familiares pero no los encontró. Finalizada la contienda, en 1947 Ania se trasladó a Venezuela junto con su marido Stefan Horszowski. Éste falleció en el país caribeño, tras lo que Ania se trasladó con su hijo a Caldas, donde esta tarde recibirá el último adiós.