La tragedia del "Sin Querer Dos" será algo muy difícil de olvidar en Cambados, pero sobre todo, imposible de dejar a un lado para las personas más próximas a las cuatro víctimas que se ha cobrado la crueldad de un mar embravecido como el que se registraba el pasado miércoles en la Costa da Morte. Entre esas personas que nunca podrán olvidar esa jornada se encuentra uno de los siete hermanos de Bernardino Padín, que ayer participaba en la concentración y en el minuto de silencio que se celebró a las puertas del consistorio.

Fernando Padín recordaba ayer como él mismo llegó a trabajar en el barco que se convirtió en la tumba de su hermano durante tres años. "Yo mismo fuí quien lo enroló en él hace cuatro años después de que estuviese trabajando durante años en la construcción. Estaba contento porque navegábamos con un auténtico lobo de mar, como era Manolo Serén", explicaba visiblemente emocionado. En su caso, consiguió trabajo en tierra y decidió que era el momento de abandonar un oficio que "siempre provoca respeto, porque el mar siempre será el mar, y nos lo ha vuelto a demostrar en esta ocasión".

Había hablado con su hermano unos días antes, cuando el barco estaba a punto de emprender el camino de regreso para pasar la Navidad en casa tras un mes y medio de trabajo. "Me enteré del accidente por mediación de un hijo, fue un golpe durísimo para todos, pero la vida del mar es así". No es la primera vez que la tragedia golpea a esta familia, ya que uno de sus hermanos falleció en un accidente de tráfico cuando viajaba en una furgoneta camino del trabajo.

Que la vida de los marineros se desarrolla en un medio hostil que, en cualquier momento, puede provocar una tragedia como la del "Sin Querer Dos" es algo que el patrón mayor de Cambados, Ruperto Costa, sabe perfectamente. Conocedor de las cuatro víctimas, e incluso, amigo personal de alguna de ellas. Visiblemente afectado, Perto Costa no dudaba en reconocer que "éste es un día muy difícil, porque nos toca asimilar la muerte de amigos personales, algo que nunca quisieras asumir". Preocupa sobre todo, lo ocurrido con Guillermo Casais, cuyo cuerpo todavía no ha aparecido, pero "creo que todo el mundo del mar espera que se recupere su cuerpo lo antes posible", motivo por el cual varios barcos del cerco colaboraron ayer con las tareas de búsqueda en la zona del hundimiento.

Para Costa las circunstancias del hundimiento son todavía un misterio, porque "el barco era uno de los mejores del Cantábrico, el patrón conocía bien su oficio y la tripulación era experimentada, incluso las condiciones meteorológicas en las que navegaba no eran las peores; es cierto que había mar, pero no más que en otras ocasiones", se lamentaba. Poco antes de que ocurriese el incidente que les llevó al fondo, "comunicaron que navegaban sin ningún problema, por eso es difícil de entender lo ocurrido". Costa fue una de las personas que se desplazó a Porto do Son para seguir las tareas de rescate, e incluso, se encontraba entre las que se barajaron para reconocer los cadáveres. Finalmente no tuvo que pasar ese mal trago de identificar a sus compañeros y amigos "lo hizo un armador de la empresa, aunque éramos conscientes de quienes eran por descarte". Visiblemente cansado, Perto Costa insistía una y otra vez en que "son momentos muy difíciles y ahora solo nos queda arropar a las familias y dar nuestro apoyo a los supervivientes".