A finales de junio de 2014 se sucedían los brindis en Castrelo. La cooperativa de albariño Condes de Albarei ganó la subasta del pazo de Baión, y se hizo con una de las joyas de la corona de los antiguos imperios del narcotráfico. Pero la cooperativa vitivinícola cambadesa no quería el pazo de Baión por su fama, sino porque veía en ella un diamante en bruto. En la sede de la antigua Salnesur creían ciegamente que las 22 hectáreas de viñedo viejo de Baión podían producir un vino bueno, y que la finca tenía todas las cartas para ser un destino enoturístico de primer orden. Así que apostaron fuerte. Y ganaron.

Una década después, el pazo de Baión ha dado muchas alegrías a Condes de Albarei, pero tampoco faltan los cooperativas que en voz baja comentan que la compra ha sido una locura por su coste: 15 millones de euros, a los que hay que sumar los gastos acometidos en la reforma de la bodega o en el lavado de cara de la finca, que se le encargó a uno de los gurús de la arquitectura gallega, César Portela.

La cooperativa de Castrelo tenía grandes planes para aquella finca que se le había embargado a Laureano Oubiña, que entonces estaba en la cárcel, cumpliendo condena por narcotráfico, y que durante unos años había estado en las manos del gigante del cava catalán Freixenet. Tras la adquisición, los responsables de Condes de Albarei dijeron que querían hacer en Baión una escuela de Vitivinicultura y Enología, en un momento en el que solo había cuatro centros de estas características en España; una gran sala de exposiciones artísticas; y que aspiraban a crear un pequeño hotel con encanto en el edificio principal del pazo, que ya por aquel entonces, después de varios años de abandono, era una ruina.

Esos proyectos hubiesen puesto a Baión en la cima de los destinos enoturísticos españoles, pero ninguno de ellos vio la luz. Porque apenas tres meses después de que en el Plan Nacional sobre Drogas abriesen los sobres de los cuatro aspirantes a quedarse con el pazo de Baión, y anunciasen que la oferta económica más alta era la de Condes de Albarei, quebraba en Estados Unidos el banco de inversión Lehman Brothers. Aquel 15 de septiembre de 2008 marcó el comienzo de una crisis financiera a nivel mundial que tardaría un par de años en llegar a O Salnés, pero que hirió profundamente el proyecto de la cooperativa de Castrelo. Aún así, y pese a todas las adversidades, la iniciativa salió adelante, y Condes de Albarei puede presumir de haber conseguido varios éxitos con el pazo de Baión.

Enoturismo y vino

El proyecto de Baión tiene tres ejes: el enoturismo, el vino y el apoyo social. En el caso del primero, la finca de Vilanova se ha convertido en una visita fija cuando diferentes administraciones quieren mostrar a profesionales o políticos de fuera el potencial de los recursos enoturísticos de O Salnés.

De hecho, la finca tendrá una parada este verano de los Trenes Turísticos de Galicia, que empezarán a rodar el 23 de junio. La visita incluye una cata de vinos. Del mismo modo, los pasajeros de los Trenes Peregrinos también harán un alto en su viaje a Santiago en la bodega de Baión todos los viernes de agosto. La finca, asimismo, se ha convertido para vecinos de O Salnés y alrededores en uno de los lugares más codiciados para la celebración de eventos familiares, como bodas o primeras comuniones.

Otra pata del proyecto es la enológica, y también le ha dado más de una satisfacción a la firma. Así, están produciendo un vino de pago (hecho con uvas de una sola finca), que ha sido galardonado como el mejor blanco de España en el Verema de 2017 o con el Bachus de Oro de 2011. Incluso el libro que se publicó sobre el pazo, unos años después de la compra, se llevó un premio en los Gourmand de París.

Condes de Albarei donó en 2013 unos 100.000 euros al Plan sobre Drogas, para proyectos de reinserción social de drogodependientes y de lucha contra el narcotráfico, pues el contrato de compra contemplaba la cesión anual para esa finalidad del cinco por ciento del dinero obtenido por la venta de vino. Asimismo, se contrata cada año a varios trabajadores que están luchando por dejar atrás para siempre las drogas. El social es el tercer eje del proyecto.