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El ocaso de un símbolo de la conserva y el ladrillo

La chimenea de la antigua fábrica de Alimentos Arosa amenaza derrumbe dada su inclinación y la aparición de grietas

La chimenea está claramente inclinada, y la estructura de ladrillo empieza a resquebrajarse. // Iñaki Abella

El nombre de Alimentos Arosa forma parte de la historia reciente de Cambados. Fue una de sus últimas grandes fábricas conserveras, y en ellas trabajaron cientos de vecinos de la villa, sobre todo mujeres. Pero del esplendor de la empresa en tiempos de sus dueños originales, la familia Otero, se ha pasado a la actual situación de abandono y decadencia. Tanto es así que la chimenea de ladrillo de la fábrica situada en la alameda de San Tomé amenaza derrumbe; está claramente inclinada hacia un costado y ya han aparecido algunas fisuras en la estructura.

El Ayuntamiento es conocedor de la situación, pero aseguran que no pueden hacer nada ya que la chimenea se encuentra dentro de una propiedad privada. La administración solo podría tomar cartas en el asunto si un eventual riesgo de derrumbe de la chimenea pusiese en riesgo a terceras personas o a sus bienes, cayendo sobre la calle u otras propiedades colindantes.

Mientras, el mal estado de la chimenea es un ejemplo más del ocaso experimentado en los últimos años por dos sectores antaño pujante en la villa, como fueron la conserva y la construcción. Porque a ambos estuvo ligado el nombre de Alimentos Arosa.

La familia Otero logró hacer de esta firma una de las factorías punteras de O Salnés. Hasta que en 2000 la firma cambió de manos. Se la compraron diez empresarios de Cambados, varios de ellos vinculados a los negocios inmobiliarios, y una de las primeras medidas que adoptaron fue trasladar la factoría al polígono industrial de Sete Pías.

La operación, que no estuvo exenta de polémica -hubo concentraciones de los trabajadores, que recelaban de las verdaderas intenciones de los nuevos dueños de la empresa- era sobre el papel beneficiosa para todas las partes, puesto que la fábrica se establecía en una nave nueva y moderna en un polígono industrial, con lo que se minimizaban las molestias a los vecinos de San Tomé. Y, finalizado el traslado, los empresarios se quedarían con dos magníficas parcelas urbanizables en la avenida de Galicia y San Tomé, en las que soñaban con construir unos edificios de viviendas en primera línea de costa que, pensaban, se las quitarían de las manos.

La chimenea de San Tomé es también símbolo de una época marcada por la euforia del ladrillo y por el estrepitoso derrumbe que vino después.

Subastas frustradas

Los nuevos dueños de Alimentos Arosa sí consiguieron edificar en la avenida de Galicia, pero no en San Tomé. Lo intentaron, pero la parcela estaba afectada por la rigurosa normativa del conjunto histórico, lo cual les obligaba a desarrollar un plan especial que no consiguieron sacar adelante.

Luego estalló la "burbuja inmobiliaria" y la propiedad de San Tomé empezó a quemarles en las manos a sus antiguos dueños. Tanto es así que se vieron incapaces de pagar la hipoteca que pesaba sobre el inmueble, y para hacer frente al embargo consiguiente se subastó la nave. Pero para entonces (la primera puja fue a principios del verano de 2013) ya nadie la quería.

La propiedad salió con un precio inicial de licitación de 700.000 euros y la subasta quedó desierta hasta en tres ocasiones, de modo que finalmente se le adjudicó a los acreedores por 350.000.

La parcela, con vistas al mar, tiene una superficie de casi 2.500 metros cuadrados, de los cuales la nave ocupa 1.650. En realidad, no corrió mucha mejor suerte la nueva nave. Tras cambiar al menos un par de veces de nombre y pasar durante años de mano en mano, acabó cerrando. También la nave salió a subasta, pero no en una notaría de Cambados, como sucedió como la abandonada, sino en un juzgado del País Vasco. Entre tanto, la chimenea de San Tomé amaga con poner en escena el triste final de un pedazo de la historia de Cambados. Otras villas tienen sus chimeneas, como Vilagarcía (Larsa), Portas (Azucarera) o Vigo (Panificadora). ¿Qué pasará con la de Cambados?.

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