La abogada cambadesa Tania Varela tenía que ingresar en la cárcel en enero pasado para cumplir una condena de siete años de prisión por narcotráfico, pero no lo hizo, y en la actualidad se encuentra en paradero desconocido. Hace unas semanas, el juzgado le remitió una notificación para que acudiese a declarar como testigo en el juicio que se sigue estos días en la Audiencia de Madrid por el asesinato del letrado madrileño Alfonso Díaz Moñux pero no logró localizarla ni en la cárcel ni en ninguna otra dirección.

El juzgado ha decretado una orden de búsqueda y captura a nivel internacional, de ahí que Varela figure en la lista de fugitivos de la Interpol. Sea como fuere, finalmente no ha llegado a prestar declaración en el juicio contra los presuntos sicarios acusados de matar a Moñux. La letrada arousana era la principal testigo de cargo, pues iba en el coche con Moñux en diciembre de 2008 cuando unos hombres entraron en el garaje del domicilio del abogado y le dispararon dos tiros en la cabeza. Pero en estos momentos la justicia no sabe donde está la escurridiza arousana; ni siquiera si sigue viva.

Una vida agitada

Tania Varela ha tenido una vida más que agitada. Se dio a conocer públicamente a principios de la década pasada, cuando siendo una recién licenciada en Derecho se hizo cargo de la dirección del Centro de Información á Muller (CIM) de Cambados. No duró mucho en el cargo, pues al parecer su forma de trabajar no convencía excesivamente al Concello, y durante un tiempo se le perdió la pista.

Su reaparición pública no pudo ser más sorprendente, pues a mediados de la década pasada fue arrestada por su relación con una banda de narcos liderada por David Pérez Lago -hijastro de Laureano Oubiña- que fracasó en su intento de introducir cuatro toneladas de cocaína por las costas gallegas. Varela, que aseguró ser la novia de Pérez Lago, era según los investigadores una de las organizadoras intelectuales del cargamento.

Tania Varela probó entonces por primera vez lo que era pasar una temporada entre rejas. Al salir, y plenamente convencida de que demostraría su inocencia, se trasladó a Madrid y empezó a trabajar con Díaz Moñux, con quien llegó a participar en juicios como el de la operación antidroga Pipol de Asturias o el del secuestro del empresario isleño Román Santiago. Poco después ella y Moñux iniciaron una relación amorosa.

Tras el asesinato del letrado, Tania Varela intentó demostrar que no tenía nada que ver con el alijo de Pérez Lago, hasta el extremo de que fue la única procesada que se negó a llegar a ningún tipo de acuerdo con el fiscal. Eso propició que se celebrase el juicio -perjudicando en teoría al resto de acusados, que sí querían pactar con el Ministerio Público-, pero no salió indemne, como pensaba.

Finalmente, y después de que fracasasen todos sus recursos ante las instancias judiciales superiores, Varela tenía que ingresar en la cárcel en enero. Pero no lo hizo y la Justicia tardó un tiempo en descubrirlo.