La paralización o suspensión de la Lei de Pesca de Galicia –se cree que en alrededor de seis meses habrá un nuevo articulado– no obedece a un capricho, sino a una promesa electoral y, sobre todo, a la presión ejercida por algunos bateeiros, que aún siendo una minoría se enfrentaron a aquellos que decían representar a la mayoría y que creían tener la sartén por el mango.

Ha pasado un año desde que en una asamblea celebrada en el edifico Mexillón de Galicia, en Vilagarcía, algunos mejilloneros salieran llorando del encuentro, al entender que la Lei de Pesca impulsada por la ex conselleira Carmen Gallego podía acabar con sus trabajos.

Algunos se reían

Si, es cierto, algunos bateeiros lloraron, a pesar de que a otros que dicen ser sus compañeros o sus defensores les causó una enorme gracia, tratando de ridiculizar aquella oposición a la Lei de Pesca que partía de "un iluminado" como Javier Blanco, que entonces era presidente de la Asociación Virxe do Rosario (Vilaxoán).

Aquel "iluminado" que cogió el toro por los cuernos y rechazó la ley de pesca –que se estaba fraguando en un par de despachos y algún restaurante– permaneció durante el último año en el ojo del huracán, pues ya se sabe que cuando el hambre se mezcla con las ganas de comer una cosa lleva a la otra, y la polémica por la nueva ley llevó a la polémica por la pretendida creación de una central de ventas única (Pladimega).

¿La voz de la mayoría?

Fue así como se mezclaron churras con merinas, mientras unos que presumían de progresistas, defensores de las mayorías y abanderados del sector defendían a capa y espada la nueva ley, jactándose incluso de haberla pactado para beneficio de todos los mejilloneros, aunque negociaran de espaldas a ellos.

Otros –Javier Blanco y cuatro más– presentaron mociones en diferentes plenos para recabar apoyos en contra de aquel articulado y removieron Roma con Santiago para frenarlo.

Poco a poco aquella minoría fue ganando adeptos, hasta tal punto que ahora, cuando hay un nuevo gobierno autonómico y la Lei de Pesca se paraliza a la espera de la redacción de otra supuestamente "mejor", la mayoría empieza ya a cambiarse de bando, incluso sin importar a alguno el situarse al mismo nivel que aquel iluminado al que tanto criticaron.

Eso si, los hay que se cambian pero siguen enredando, escalera arriba y escalera abajo, buscando apoyos en varios Concellos de Arousa y, sobre todo, algún compinche que se ocupe del trabajo sucio a desplegar a partir de ahora. Y esto sólo sirve para aventurar que aún queda mucho camino que avanzar, y mucha polémica que capear.

Esa es otra historia, aún por venir. La actual, la del día a día, guarda en la retina las cosas que han sucedido en el último año, tantas como para pillar a más de uno con el pie cambiado y sin los deberes hechos, de ahí que aún a estas alturas el Consello Regulador do Mexillón de Galicia siga en funciones, con un presidente al frente que hace mucho que dejó de representar a su sector.

Abril 2008-Febrero 2009

Ya ha pasado un año. En abril de 2008 Alberto Núñez Feijóo visitaba Vilanova y reclamaba a la Xunta que negociara "con todos los bateeiros gallegos", y no sólo con unos pocos, los más afines. En febrero de 2009, en plena campaña electoral, el PP gallego prometió que cambiaría la Lei de Pesca, tal y como había advertido ya cuando ésta fue aprobada en el Parlamento con los votos del bipartito saliente. Entre un momento y otro han llorado muchos mejilloneros, y está bien repetirlo, para que aquellos que se rieron puedan ahora retorcerse a gusto.

Diferentes corporaciones, en pleno, pidieron que se pusieran los contadores a cero, mientras los detractores del articulado presentado por Carmen Gallego insistían en que los dirigentes mejilloneros que le habían dado su apoyo se habían movido por intereses políticos, y siempre actuando de espaldas a los bateeiros de base.

La propia Asociación Virxe do Rosario decía que la ley que el PP había aprobado en 1993 y el bipartito pretendió cambiar "no fue la mejor ley, pero haber puesto los contadores a cero, con lo que pasábamos a disponer de 30 años, nos ayudaba a estabilizar al sector y a darle tranquilidad, por lo que creemos que esta fórmula también es válida en estos momentos y pedimos que se vuelvan a poner los contadores a cero para permitir que el sector pueda seguir desarrollando su actividad". Eso decía la entidad vilaxoanesa en abril y mayo de 2008, sin conseguir que se atendiera tal petición.

Ahora, cuando la Consellería do Mar y la nueva Xunta de Galicia anuncian esos contadores a cero y un nuevo articulado, tanto en la Asociación Virxe do Rosario como todos aquellos bateeiros que de verdad se preocupan por el futuro del sector mejillonero gallego a buen seguro sólo esperan que la nueva Lei de Pesca sea, esta vez sí, una herramienta útil y consensuada con todos, no con unos pocos.