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Los trajes medievales que llegaron desde Poio a China

La modista María del Carmen Rodiño tiene una colección de más de 250 vestidos que confeciona en sus ratos libres

María del Carmen Rodiño en su taller con algunos de sus trajes. // Gustavo Santos

María del Carmen Rodiño, presume de ser modista de profesión, aunque se casó con un tabernero y esa ha su profesión a los mandos de Casa Pepe y Hotel Don Pepe en Poio. Sin embargo nunca ha dejado de lado la moda y siempre tuvo preferencia por realizar trajes elaborados: "Hacer cosas como una simple falda me aburre", señala. A sus 69 años se ha especializado en trajes medievales y acumula una colección de unos 250 ejemplares.

Comenzó haciendo trajes de carnaval. "La familia y los compañeros de trabajo siempre nos disfrazábamos en grupo hacía unos 15. Íbamos a concursos y ganábamos muchos premios, pero aún así un traje igual costaba 400.000 pesetas, eran muy caros", comenta. Luego llegó la celebración de Feira Franca a Pontevedra y dejó de lado los carnavales. "Usé algunos materiales que tenía de carnaval, pensé esto lo voy a invertir y voy a alquilarlos y hacer por encargo", comenta. Para el primer año ya tenía 20 trajes. Entonces llegaron también las bodas medievales, uno de los perfiles de clientes que tiene.

"No soy una costurera cualquiera, soy una modista con título", presume sabiendo que son pocas las mujeres que pudieron estudiar en su época. Se define como una mujer trabajadora y es que lo difícil es verla sin hacer nada. "A mí no hay ningún trabajo que se me resista. ¿Hay que fregar el suelo? Se friega, ¿Hay que pintar un techo? Se pinta. Yo me levanto, voy a la lavandería del hotel. Luego me vengo a la cocina del bar y preparo las tapas. A las 16.00 horas cierro la cocina, vengo a coser y a las siete vuelvo al bar. Termino sobre las 23.30 y me vengo al taller hasta la hora que aguante, las dos o tres de la mañana. Duermo cinco o seis horas y estoy bien", comenta Rodiño.

Defiende que son trajes muy especiales, con telas del cortinaje del antiguo Teatro Malvar. Su colección de textiles son únicas y es que compra partidas enteras telas de diferentes países en un comercio de Pontevedra. "Tengo un almacén de telas enorme que no me da para hacerlas todas. Estoy cosiendo siempre, el día que no lo hago parece que me falta algo. Me gusta mucho, he hecho sobre 3.000 mascarillas también", resume.Y así entre otros trabajos va sacando horas del día para dedicarle a la costura mientras escucha sus películas de fondo y aún le queda tiempo libre para hacer puzzles "estoy haciendo uno de 11.000 piezas", comenta.

La modista cuenta que, dependiendo del traje, puede llevarle desde uno a tres meses de media y su coste puede estar desde los 300 a más de mil euros. "Están hechos pieza por pieza con cinturones, también pintados a mano, con pedrería, escudos cosidos individualmente y nunca hay dos iguales", defiende. Cada traje va acompañado de su tocado, también bolsos, brazaletes o adornos de zapatos. "El traje más caro que vendí fue un traje de época que salió a más de 3.000 euros, toda la pedrería era azabache negro y me llevó unos seis meses hacerlo", explica.

Sus trajes son tan únicos que han llegado a China. Y es que una vez recibió un encargo del país asiático, a través de su página web para un traje de novia medieval. "Era un traje blanco con detalles en color granates y muchos brillos. Las medidas se dieron por internet, tuve que enviar varias piezas y mandarlas de vuelta para ajustarlas", explica sorprendida de que sus trajes lleguen a todas partes. Sus clientes vienen de todos puntos de España para probarse sus trajes hechos a medida.

"Para mí son todos preciosos", se enorgullece. Este año sus trajes no desfilarán por Feira Franca, pero sí lo harán por distintas bodas medievales y Rodiño mientras ya los guarda con cariño y confecciona otros nuevos para que paseen el próximo 2021 por la Pontevedra medieval.

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