Rogelio Carballo, presidente de la Fanpa, apunta a que cualquier cambio horario supone un serio desajuste para los niños, por el trastorno que supone en sus periodos de sueño.

Asegura sin embargo que el horario de invierno incide especialmente en los hábitos de los escolares, ya que les priva de tiempo de juego y de ocio en la calle. "No procede tener un niño en el parque a las 19.00 horas cuando ya acumulas dos horas de oscuridad".

El presidente de la Federación de Asociaciones de Padres entiende que un horario de verano, con más horas de luz, favorecería que las familias pudiesen disfrutar de los espacios públicos que ofrece la ciudad también en periodo escolar.

"No es que los niños no puedan jugar porque oscurezca antes; es que lo van a hacer en sus domicilios y eso implica que lo harán solos, posiblemente tirando de juegos tecnológicos, y renunciando a socializar en la calle y en contacto con otros niños".

Implica, según explica, una preocupación a mayores para los padres con hijos que vuelven solos a casa tras realizar extraescolares. "Porque la oscuridad intranquiliza".