El palomar del parque de Las Palmeras ya muestra su nueva imagen. Se trata de un mural "cíclico" realizado por la empresa especializada Cestola na Cachola, que recreó el "eterno retorno" aprovechando el diseño circular del palomar. No se trata del primer mural urbano -ya existen pequeños ejemplos en el paseo de Os Gafos o bajo el puente de la avenida de Vigo sobre Eduardo Pondal- pero sí el más vistoso.

El propósito municipal es continuar mejorando medianeras de la ciudad con murales tan vistosos cómo este, tal y como indicó en su día el concejal responsable del área urbana, Luis Bará. Por ello, esta decoración podría servir de ejemplo para actuar en medianeras de la ciudad que afean su entorno, con especial atención a las situadas detrás del Santuario de la Peregrina. No obstante, para ello habría que negociar con los propietarios de los edificios.

Disimular estas paredes traseras fue objeto hace unos años incluso de un concurso de ideas pero el elevado presupuesto necesario "tumbó" la iniciativa.

Según explican los creadores del mural de Las Palmeras, se aprovechó la forma circular del palomar para crear una histórica cíclica. En la parte superior se muestra la secuencia de un eclipse dividido en fotogramas. En la parte intermedia, una mujer con los ojos vendados lanza flechas tratando de darle a la manzana que está sobre su cabeza, pero al recorrer el muro las flechas regresan por su espalda; en la parte posterior otra mujer con un escudo trata de proteger a ambas de las flechas; y mientras tanto, una gran serpiente recorre la escena hasta morder su propia cola, envolviéndolas con ella. En la parte inferior se muestra un río circular que representa el río Lérez repleto de vegetación.

Se trata de una primera experiencia con la que el Concello quiere poner en valor esta instalación que ahora tiene un uso muy diferente al original ya que sirve para guardar herramientas de trabajo del departamento de Jardines.

No tan avanzado está la rehabilitación del estanque de los patos, emplazado al pie del propio palomar y en obras desde el inicio del pasado mes de noviembre. Se trata de volver a convertir este lugar en punto de encuentro de los pontevedreses, con la reimplantación de los patos y la recuperación de las recordadas "ranitas" metálicas que expulsaban agua por la boca. Pero las obras presentan un ritmo muy lento desde hace semanas y no hay una previsión para su conclusión.