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De vuelta y media

El eje forestal que soñó De la Sota

La Misión Biológica, el Centro de Lourizán, la Estación de Areeiro y la Escuela de Forestales se unen en un proyecto singular liderado por la Universidad de Vigo

La gran red de investigación forestal que quiere poner en marcha la Universidad de Vigo con la Misión Biológica de Galicia, el Centro Forestal de Lourizán, la Estación Fitopatológica de Areeiro y la Escuela Técnica de Ingeniería Forestal, haría levantar de su tumba en Salcedo al mismísimo Daniel de la Sota y Valdecilla.

De acuerdo con el calendario anunciado por el rector Salustiano Mato y por Rafael Louzán, presidente de la Diputación de Pontevedra y socio imprescindible para la viabilidad de esta iniciativa, tendría que haber concluido ya su período de incubación, para ponerse a andar en las próximas semanas. Solo resta desear que la crisis, que se lleva por delante todo cuanto sale a su paso, no termine por cercenar este proyecto singular, que está incluido en el selecto club del Plan Estratégico 2010-2015 de la Xunta de Galicia.

Sobre el papel, el proyecto pinta muy bien. Pero en la práctica y con carácter general, los planes estratégicos universitarios no gozan hoy por hoy de mucha credibilidad. El aprobado lo tienen muy difícil. En su gran mayoría, esos proyectos se han quedado por el camino, envueltos en una oscura e impenetrable nebulosa, y casi nunca han llegado a buen puerto. A ver si estamos ante esa deseada excepción.

Todos los detalles, absolutamente todos, de este ambicioso proyecto querría conocerlos en profundidad aquel hombre que impulsó la repoblación de Galicia a finales de los años 20, convencido como estaba de su incomparable bonanza, no solo económica, sino también social.

A la clarividencia de De la Sota se debió la ubicación en Salcedo de la Misión Biológica de Galicia, que Santiago de Compostela dejó marchar de una forma vergonzosa en 1927. Y a la intermediación de De la Sota cerca de otras personas importantes del régimen franquista se debió igualmente la ubicación en la finca de Montero Ríos en Lourizán del Centro de Enseñanzas, Investigaciones y Experiencias Forestales en 1943.

Militar del cuerpo de ingenieros por necesidad, abandonó el Ejército en cuanto pudo dedicarse a otros menesteres relacionados con el monte y con el campo, que constituyeron su gran pasión. Tan peculiar era su personalidad, que cuando tuvo que abandonar la presidencia de la Diputación como consecuencia de la caída de la Monarquía de Alfonso XIII, dejó a su familia en Pontevedra y se pasó todo el verano de 1930 en Madrid, acudiendo a diario al referido Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias para ampliar sus conocimientos técnicos. Su querencia por el monte no tenía límite.

En aquel tiempo, pasó de ser un presidente de pro en la Dictadura de Primo de Rivera, a convertirse en casi un aprendiz sin sueldo de un centro de investigación, como si tal cosa. Pero entonces ya tenía más conocimientos, teóricos y prácticos, que la gran mayoría de los ingenieros de montes de su tiempo; un cuerpo que nunca gozó de su simpatía por su apego a la burocracia.

Esta invocación a De la Sota en relación con la anunciada red de investigación forestal resulta imprescindible, porque él fue quien primero vislumbró esa necesidad. Bajo su mandato presidencial, la Diputación de Pontevedra se convirtió en la primera institución de provincias que en 1928 reclamó la implicación del Instituto Nacional de Investigaciones y Experiencias Forestales (más tarde IFIE) en su proyecto repoblador.

Posteriormente, antes y después de la guerra civil, siempre se implicó al máximo por alentar esos trabajos experimentales; sobre todo desde los patronatos rectores de la Misión Biológica y del Centro Forestal de Lourizán. Por esa razón hoy sería un hombre feliz y expectante a la vez, ante este naciente proyecto.

Salustiano Mato y Rafael Louzán oficializaron el 23 de julio de 2010 un acuerdo de colaboración de sus respectivas instituciones para desarrollar un proyecto llamado a convertir a Pontevedra en un referente nacional, e incluso internacional, como gran foco de investigación en torno al bosque y su capacidad productiva. Ha pasado un año y medio, y está tardando un poco en arrancar, aunque esperemos que sea para empezar con buen pié.

Obviamente, no es la primera vez que se escucha esta vieja melodía que suena tan bien, pese a las interferencias naturales que perturban su audición no pocas veces. Por unas cosas o por otras, ese potencial forestal nacido en aquellos lejanos años 30 y consolidado más tarde en los 50, nunca llegó a enraizarse en esta tierra. Desde entonces ha pasado ya medio siglo, y esa riqueza incuestionable nunca acaba de aportar sus hipotéticos beneficios A ver si en esta ocasión, tenemos más suerte.

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