La Fundación para a Discapacidade e Emprego Juan XXIII y la Asociación Juan XXIII celebrarán hoy una jornada sobre La discapacidad intelectual en los medios de comunicación, un encuentro que contará con Juan Antonio Sacaluga como invitado especial.—¿Qué opinión le merece el tratamiento que dan los medios a la discapacidad intelectual?

—Los medios han mejorado ostensiblemente en el tratamiento de la discapacidad en general e intelectual en particular. Los viejos estereotipos que incluso rozaban la falta de respeto o por lo menos el escaso respeto a lo que es la persona con discapacidad intelectual, ya han sido superados, por lo general. Estamos agotando esa fase de que cuando se habla de una persona con discapacidad intelectual solo se resaltaba eso, su discapacidad, con independencia de otros atributos. Es muy típico ver todavía “minusválido agrede a una persona” etc, es decir resaltar su minusvalía explícita o implícitamente como causa o motor de lo negativo. Eso se está superando poco a poco pero aún todavía lo podemos ver en los tratamientos más sensacionalistas.

—¿Cuál es ahora el gran reto de los informadores al abordar el tema de la discapacidad?

—En mi opinión es el conocimiento: en general los profesionales ya tenemos una actitud respetuosa hacia las personas con discapacidad intelectual en el sentido de considerarlos como una “minoría” social y como personas con necesidades de apoyo que necesitan la comprensión y la solidaridad. Eso ha sido un avance, pero se necesita hacer algo más: no es suficiente, aunque es necesario, mirar a las personas con discapacidad como personas que necesitan apoyo de la sociedad, el siguiente reto es conocer realmente cuáles son esas necesidades de apoyo, conocer más las circunstancias que reducen sus capacidades de desarrollo. Ese es el gran reto, que en realidad es para cualquier cosa: hay que saber de lo que se escribe, de lo que habla o de lo que se enseña en todos los campos, pero en este área tan propensa a los clichés es una exigencia doblemente necesaria.

—También hemos dejado atrás el paternalismo...

—Efectivamente, primero se superó la fase del escaso respeto, se ha superado también el paternalismo de “pobrecillos, hay que ayudarlos” y se está todavía en esa fase solidaria, de la simpatía.

—Una fase que, no obstante, los expertos no consideran suficiente.

-—Esa simpatía es buena, positiva, pero habría que dar un paso más que es el rigor y el conocimiento, no vale hacer algo amable, simpático, solidario, además hay que hacer algo que esté bien documentado, que se sepa cuales son las posibilidades de estas personas, los programas que se trabajan y por qué, las tareas que se realizan con ellos etc. Eso nos llevará a un conocimiento más riguroso. En algunos trabajos periodísticos he visto que había sorpresa de que estas personas trabajasen, porque eso se desconoce: la sociedad no sabe que las personas con discapacidad intelectual pueden trabajar.

—Encabezó una experiencia pionera: un programa de televisión en el que las personas con discapacidad asumen un papel relevante y activo...

—Cuando promoví el programa en la televisión pública ya era miembro de la directiva de la ONG Discapacidad Intelectual en España, no era un profesional representativo porque además tengo una hija gravemente afectada, pero digo que si yo lo he hecho otros periodistas pueden hacerlo. Ha habido avances notables, pero queda mucho por hacer, por ejemplo ser cuidadoso en el lenguaje: no creo que se quiera ser es hiriente sino que se busca ser amable con los discapacitados, que es algo que está bien pero hay que dar otro paso. Importa más que los medios sean rigurosos con la discapacidad a que sean amables, a veces entre ser riguroso y ser amable creo que ser riguroso ayuda más. Eso de dar siempre una visión positiva no es necesariamente enseñar lo real sino algo más romántico y simpático, eso durante un tiempo fue necesario pero ya no: hay que dar una imagen real, ni negativa ni positiva sino la real.