Con “mucha decepción” y “desesperación”. Así se sentían las cerca de 200 personas que ayer participaron en la batida por los montes de Verducido que se organizó con el objetivo de encontrar pistas que pudieran arrojar luz sobre el paradero de Sonia Iglesias Eirín al término del operativo. Y es que el “exhaustivo” rastreo del monte de esta parroquia, de donde son originarios los padres de la pontevedresa desaparecida desde el 18 de agosto, volvió a resultar infructuoso, tal y como ya ocurrió en la multitudinaria salida del domingo 29 de agosto y en la unas 800 personas inspeccionaron otros montes del municipio de Pontevedra y las xunqueiras de O Vao y el Lérez.

Este nuevo dispositivo de búsqueda partió del embalse del Pontillón do Castro a las nueve de la mañana. Se formaron cuatro grupos de entre 30 y 40 personas cada uno a los que se unieron miembros de la Policía Nacional, Policía Autonómica y Local, así como efectivos de Protección Civil de Pontevedra e incluso otros seis voluntarios de Protección Civil de Bueu.

El rastreo se llevó a cabo a petición de la asociación de vecinos y la comunidad de montes de Verducido. De hecho, la mayor parte de los voluntarios eran de la zona. La hermana y el cuñado de Sonia se sumaron también a la búsqueda, como ya ocurrió el domingo pasado. Antes de salir al monte, los agentes de la Policía Nacional dieron una serie de pautas a los voluntarios: Les recordaron que si localizaban algo que pudiera ser de interés para la investigación que no lo tocaran y avisaran a los agentes policiales que acompañaban a todos los grupos.

Sobre un mapa delimitaron el área de búsqueda que dividieron en cuatro zonas: Bordel, O Castro, A Cubela y Loural. Un espacio bastante extenso ya que la propia comunidad de montes explica que cuenta con unas 500 hectáreas de monte. Aún así, Hermenegildo Novoa, responsable de Protección Civil de Pontevedra, aseguró que la búsqueda fue “muy exhaustiva”. Calculan que durante las cuatro horas que duró la batida cada grupo de búsqueda cubrió una distancia de 20 kilómetros a través de pistas, cortafuegos, fincas y zonas de monte y maleza. A los ciudadanos que participaban en la batida a pie había que sumar particulares y efectivos de Protección Civil que recorrieron el monte con “quads” así como varios grupos de jinetes a caballo.

No obstante, según confirmó el propio Novoa, no se realizó ningún hallazgo de interés. Tan sólo los pilotos de los quads hallaron alguna prenda de ropa cerca de un estanque que les llamó la atención pero los policías pronto descartaron que pudieran guardar relación con la desaparición de Sonia. El olor que desprendía las vísceras de un animal muerto arrojadas en el monte volvió a causar cierta incertidumbre entre los voluntarios pero las dudas pronto fueron despejada.

Así, sobre la una y media de la tarde los grupos de búsqueda regresaban al Pontillón do Castro, extenuados y con “bastante decepción encima”. Algunos incluso llegaban mojados tras remontar parte del río Rons hasta el embalse. Se revisaron también algunas canteras de la zona y varios voluntarios fueron abriendo uno por uno los contenedores existentes en el antiguo vertedero de basura de O Rapadiño, clausurado y sellado hace años. Hubo quien accedió a gatas a zonas totalmente invadidas por la maleza, pero siempre sin hallar ninguna pista o indicio de relevancia. Todo ello en medio de una espesa niebla que dificultaba la búsqueda y que luego se levantó.

Al mismo tiempo que los grupos de búsqueda salían del Pontillón hacia los montes de Verducido, los agentes de los GEO de la Policía Nacional lanzaban al agua su zodiac en el embalse para preparar un rastreo de los fondos del pantano. El responsable de esta unidad subacuática de elite explicaba que se iban a centrar “por lógica” en el área próxima a la pared de contención de la presa, al tratarse de la zona más profunda y también la más “probable” para que alguien arrojase algo al agua desde la propia carretera. En cuanto al resto del perímetro del lago consideran “poco probable” que pudiera haber algo bajo el agua de interés para la investigación. De ser así creen que ya habría sido detectado por los piragüistas debido al poco calado existente en los márgenes.

Una moto

Los agentes llegados desde Castilla-La Mancha desplegaron un cabo guía paralelo al fondo de la pared de la presa que les permitió orientarse a través de la más absoluta oscuridad y en un agua gélida. El fondo cubierto de limo impedía que la visión con sus linternas por lo que realizaron la inspección con la mano, “a tientas”. Y es que en la zona más profunda del embalse había entre 18 y 20 metros de profundidad, indicaron. Aún en estas condiciones, los submarinistas pudieron inspeccionar con garantías el área seleccionada e incluso descubrieron que junto a la pared de la presa descansa un ciclomotor que alguién arrojó al embalse. Aparte de esta anécdota, durante las tres inmersiones que llevaron a cabo los policías no hallaron ninguna evidencia de interés relacionada con la desaparición de Sonia.

Finalizada la inspección en O Pontillón, los efectivos de los GEO aguardan nuevas órdenes y no descartan retomar las inmersiones en el río Lérez en los próximos días.

A pesar de los rastreos que se están realizando en los montes de Pontevedra y de las inmersiones en el río y en el Pontillón, los propios miembros de esta unidad policial y fuentes de la Comisaría insisten en que no hay ningún indicio que les haga pensar en que el cuerpo de Sonia Iglesias Eirín pueda estar en las zonas rastreadas. “Por el momento es una desaparición, no hay nada más”, reiteraban ayer los agentes, quienes indican que estas batidas sirven para “descartar posibilidades” en la exhaustiva búsqueda que están realizando de esta mujer.