De nada valieron el tridente, los gritos de "imos queimar a vila" y los kilos de harina con los que se castigaba a los niños que intentasen tirar de la cola al Demo. Un año más (y van ocho desde la recuperación de la fiesta) ganaron los más pequeños, que propinaron una auténtica paliza de tirones y empujones a este popular personaje que recorre las calles en el día de San Bartolomé.

De hecho, el Demo volvió a salir de los arcos de San Bartolomé acompañado de su séquito de trasnos para hacer burlas y juegos. Y traía preparadas sorpresas: la primera, que se acabaron los petardos de otros años y esta vez habría harina para los que intentasen tirarle de la cola, de modo que un centenar de niños acabaron teñidos de blanco.

La segunda sorpresa tenía que ver precisamente con la cola. Momentos antes de salir, los ayudantes del Demo engrasaron convenientemente el rabo para que los que intentasen tocarlo se encontrasen una desagradable sorpresa.

Y la primera en llevarse el susto fue la representante vecinal Pilar Lavía, que intentó agarrar al Demo al inicio del desfile. Le siguieron numerosos niños que, no obstante, no se desanimaron con la cola engrasada sino que siguieron jugando con el popular personaje encarnado por el actor Miro Magariños.

Tras hacer frente a varias decenas de niños cubiertos de harina, el veredicto de Miro Magariños seguía siendo el mismo: "Facer de Demo non é nada divertido, sinceramente, o único divertido é que te chamen para facer de demo. Nese momento pensas: qué divertido, pero cando atopas aos nenos que son máis demos que o Demo xa ves que a diversión se acabou".

A propósito de si nota diferencias entre una generación y la siguiente, no duda en que cada vez "son peores (risas), os de agora teñen boas escolas, constantemente nos xornais ven como actúan os que se chaman defensores da democracia e eles aprenden".

Pero el Demo también aprende. Y si antes los asustaba con petardos, en esta ocasión y para evitar problemas de seguridad su séquito se decidió por las llamadas "trallas".

Se trata de artefactos que semejan látigos (por unos segundos hasta los niños parecían intimidados) pero que en realidad se utilizan exclusivamente para golpear, resonando, el aire y el suelo, en un intento vano de alejar el acoso infantil.

El desfile recorrió el centro histórico y, tras dos paradas en las que el Demo sencillamente pidió a los niños una tregua, se recogió para volver, ya de tarde, con sus burlas y trastadas.

El fin de fiesta consistió en una verbena desenchufada que tuvo lugar en la plaza de A Pedreira. La charanga O Son das Festas fue la encargada de poner música a este colofón a una jornada en la que, visto su escaso éxito, el Demo siguió rumiando su rencor y prometió desagradables sorpresas para el futuro: "O ano que ven, prometido, será moito peor".