Fe en el cigarrón en Verín y ‘corredoiro’ de pantallas en Xinzo

“Hay alguno que hoy va a misa solo para vernos a la salida. Antiguamente, el cura no aparecía fuera de la iglesia, pero este año otra vez el sacerdote cogió el micrófono y también nos bendijo con agua bendita”, resume Juan Castro, uno de los cigarróns que participaron en la tradición que une religión, por un lado, y fiesta profana por el otro, Entroido y catolicismo, perfectamente permeables en Galicia.

En el domingo ‘corredoiro’, los cigarróns se concentran en las iglesias parroquial y de los Mercedarios para recibir a los feligreses, con sorna y una autoridad bien llevada, con las zamarras en alto y las chocas al unísono creando barullo.

“Es un día grande, un acto de homenaje, una manifestación popular para mostrar que estamos en Entroido, para decir: ‘Vosotros estáis en la misa y nosotros por ahí de troula’”, explica Juan.

En el corredoiro los cigarróns recorren varias calles principales de Verín, en masa, en un número que suma varios centenares. “Más de 800”, apunta Castro. La máscara típica pervive por un arraigado sentimiento de pertenencia. De generación en generación se conserva el legado: el cigarrón no desaparece, solo se transforma por dentro: mayores y pequeños dan vida al gran protagonista del Entroido de Verín.

En Xinzo de Limia, en otro de los vértices del Triángulo Máxico, el domingo de ‘corredoiro’ es la fecha señalada en el calendario del extenso ciclo del concello para el estreno de las pantallas, la máscara tradicional de la zona. Varios centenares recorren el barrio de abajo de la capital de A Limia, cuyo Entroido está declarado como Fiesta de Interés Turístico Internacional.

“Hay pantallas que empiezan con 3 años, casi desde que aprenden a hablar, y mayores que continúan hasta que la artritis lo permita”

Preservar la tradición encarnando la máscara típica es “un orgullo, un sentimiento por lo nuestro y a la vez una responsabilidad y respeto por mantener viva la tradición. Es una ilusión. Llevamos un año entero esperando a que llegue el día para poder poner la pantalla”, expresa Adriana, una de las protagonistas bajo la máscara.

Como en Verín y en otros lugares que mantienen vivo el Entroido ourensano, la tradición une a familias y amigos, a distintas generaciones que vibran con la esencia de su gran fiesta de raíz. “Hay pantallas que empiezan con 3 años, casi desde que aprenden a hablar, y mayores que continúan hasta que la artritis lo permita”, bromea –o no tanto– Adriana.

Ourense vive una celebración en todas sus latitudes en el Entroido, una demostración de comunidad y sentimiento. En Cualedro, este domingo de ‘corredoiro’ tuvo lugar –también a la salida de misa– la bendición de los trajes típicos del concello: Zarramondalleiros de Cualedro, Mázcaras da Xironda, Damas y Galáns de Carzoá y el Castrón Meco de Rebordondo.

En A Mezquita –localidad del municipio de A Merca– celebraron el ‘corredoiro’ do Galo, en el campo de la iglesia. No es sencillo acertar en la recogida del gallo, con los ojos tapados y siguiendo las indicaciones del resto de participantes, que tratan de engañar si pueden.

En Trives también festejaron este domingo, con un desfile por la localidad de folións y de boteiros.