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La escuela rural lucha contra la caída demográfica: “Cada nueva matrícula es una alegría”

Alumnos y profesoras de la escuela de San Paio, integrada en el Colegio Rural Agrupado Amencer, de Ribadavia. | // FERNANDO CASANOVA

El curso en la escuela rural arrancó este jueves con menos ruido pero la misma ilusión que en los colegios que llenan aulas. La caída demográfica es la gran amenaza en los centros educativos de las zonas menos pobladas, y en la provincia de Ourense ataca con más fuerza que en el resto de Galicia. Esta lucha por la supervivencia de las escuelas pequeñas tiene dos grandes apoyos, el profesorado que redobla esfuerzo y diseña programas innovadores muy pegados al entorno, y las familias que apuestan por quedarse.

Cada curso arranca como una victoria en los colegios unitarios, donde el alumnado de varios niveles comparte aula y profesor

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Pese a que pueda parecer lo contrario, un colegio rural con una o dos unidades y no más de 15 o 20 alumnos vive el inicio del curso con igual tensión que un centro educativo de gran tamaño. Es muy habitual que el profesorado cambien de un año para otro, por lo que todo es nuevo y la organización de las aulas multigrado es compleja. Ocurre por ejemplo en el CEIP de Beariz, con dos alumnos de infantil y nueve de primaria compartiendo aula, y estrenando personal.

Este curso, la matrícula en Infantil y Primaria en el conjunto de la provincia ha caído en 600 alumnos, la mayor parte (441) en las aulas de primera infancia.

Dos alumnos en el aula del CRA Amencer, en San Paio, ayer. FERNANDO CASANOVA

“Cada nueva matrícula es una alegría”, dice Alba Garrido, directora del CEIP Eduardo Ávila Bustillo, de A Veiga, que este año tiene 14 alumnos, ocho en Infantil y seis en Primaria, tres más que el curso pasado. Esta misma semana se matricularon dos de tres años. Toda una fiesta.

Este cole funciona con dos unidades, una para cada etapa, y una plantilla de cuatro profesores a la que se suma, una día a la semana el de religión. Lo habitual en el rural es que se los profesores sean itinerantes y en este caso, una de las docentes acude un día a la semana al colegio de Vilariño de Conso, en el que solo hay cinco niños matriculados, según los datos facilitados por la Consellería de Educación.

“Intentamos tener siempre otro profesor de apoyo en el aula, sobre todo en las materias troncales"

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La docencia en las aulas multigrado, afirma Alba, “es muy complicada” ya que pueden coincidir alumnos de 1º y 6º de Primaria. “Intentamos tener siempre otro profesor de apoyo en el aula, sobre todo en las materias troncales, como Lengua o Matemáticas”.

Mucha preparación

Este tipo de docencia requiere mucha preparación y horas de trabajo en casa, pero Alba pone por delante las ventajas. “Es una enseñanza individualizada y la prueba de que las familias están encantadas es que podrían llevar a sus hijos al colegio de Viana pero se quedan aquí”.

El CEIP de O Bolo arrancó con nueve alumnos, dos de ellos de infantil, y una matrícula pendiente, por lo que se prevé que llegue a 10. El centro se divide en dos aulas y cuenta con dos profesoras fijas y tres itinerantes. Un reto “muy enriquecedor”, destacan desde el centro, que fomenta el trabajo cooperativo en las aulas. “Aprenden unos de otros y es muy bonito”.

Alumnos y profesores de la unidad de San Paio, en Ribadavia. FERNANDO CASANOVA

Otra experiencia educativa que apuesta por fijar población y hacer de las aldeas aulas abiertas son los Colegios Rurales Agrupados, CRA, como el Amencer, de Ribadavia, que este curso tiene 21 alumnos en Francelos, 23 en San Cristovo y 15 en San Paio, y cinco unidades educativas. La directora, Raquel Rodríguez Giralt, destaca la implicación de las familias y pone en valor los proyectos de esta escuela donde el patio de recreo es una carballeira. “Nos apoyamos en todos los recursos que nos proporciona el entorno y no pedimos material, estamos eliminando los libros poco a poco, lo cual también es una ayuda para la economía familiar”, defiende.

En 23 concellos de la provincia ya no hay colegio y en otros 37 el alumnado no llega a 50

La sangría demográfica que arrastra la provincia de Ourense desde hace décadas se traduce en el cierre progresivo de colegios. En 23 de los 92 municipios ya no hay centro educativo y la población escolar está obligada a coger un autobús para desplazarse a otro concello.

En el resto se produce una pérdida generalizada de matrícula, especialmente en las aulas de Infantil por la caída de la natalidad. En 37 de los 69 municipios en los que sí hay colegio, la matrícula no llega a 50 alumnos. Algunos, como Beariz, Baltar, Baños de Molgas, O Bolo, Cortegada, Manzaneda, Muíños, A Peroxa, Punxín, San Cibrao das Viñas, Sarreaus, Taboadela, A Veiga, Vilamartín de Valdeorras, Vilardevós y Vilariño de Conso, no alcanzan los 30.

Esto para los ciclos de Infantil y Primaria, porque la etapa siguiente ya exige movilidad. Solo 21 municipios en la provincia cuentan con Instituto de Educación Secundaria, mientras que el Bachillerato solo es posible cursarlo en 15.

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