“Recuerdo que me dijo exactamente que el paquete tenía un regalo de ‘artesanía gallega’ para un amigo que se casaba”, atestiguó ayer la mujer que se ofreció a transportar un envoltorio que un hombre –al que todos conocen con el apodo de Bambi– quería enviar desde la estación de tren de O Barco hasta A Coruña.

Fue ella la que le dijo al varón que su destino era la ciudad herculina –el 7 de agosto de 2019– y que podía llevar consigo el paquete al ver que el acusado –que ayer se sentó en el banquillo de la Audiencia Provincial de Ourense– preguntaba a una trabajadora de Renfe si podía mandarlo en tren y esta le contestase que no.

“Mientras iba viendo una película, ya de camino, empecé a sospechar porque el envoltorio era muy pequeño para ser algo de artesanía. Ni pesaba, ni hacía ruido al moverlo”, relató en el juicio oral sobre el momento en el que decidió avisar a una trabajadora de la empresa.

Al abrirlo, encontraron unos “saquitos” y lo pusieron en conocimiento de la Guardia Civil que, una vez analizó la sustancia que contenían, descubrió que se trataba de algo más de 4 gramos de cocaína con una pureza de 73,2% y un valor en el mercado de 272,70 euros.

Por su parte, el investigado afirmó desconocer por completo lo que contenía el paquete en cuestión y que fue un amigo suyo el que le pidió que lo mandase mintiéndole sobre el contenido del mismo. “Me enfadé con él porque me engañó”, repitió en varias ocasiones.

La Guardia Civil instaló un dispositivo en las inmediaciones de su domicilio –durante varios días y a distintas horas– para comprobar si se dedicaba al tráfico de drogas, pero declararon ante los tres magistrados de la sala que no percibieron movimientos extraños. Sin embargo, el Fiscal considera que esto se debe a que el acusado intuía que podían estar vigilándolo.

“No condenar esto es no condenar la ignorancia deliberada. Si fuera verdad que no sabía lo que contenía el paquete, es permitir una vía de escape para toda la gente que viene con grandes cargamentos de droga”, argumentó la acusación pública. “El acto, además, favorece el consumo porque él dijo que ya no tomaba sustancias tóxicas y era para un tercero”, añadió el profesional que pide 3 años y 9 meses de prisión para el encausado.

La defensa, por su parte, solicitó la libre absolución al entender que no se trata de un delito de tráfico de drogas porque no hubo una contraprestación económica a cambio del paquete –que no llegó a destino al ser intervenido–.