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Nuevas vocaciones ante la crisis generacional: dieciséis jóvenes se preparan para el sacerdocio

Solo 10 de los 192 curas en activo tienen menos de 35 años, mientras que 102 superan los 80 | Los futuros sacerdotes se forman durante seis años, en Filosofía y Religión, para obtener una licenciatura en Teología

Los futuros sacerdotes, en un aula y en el claustro del Seminario de Ourense. // IÑAKI OSORIO

Unas de las mejores vistas de la ciudad de Ourense llega a los seminaristas a través de la ventana del aula en la que cada mañana, de 8.55 a 13.40 horas, reciben las lecciones para llegar a ser sacerdotes tras una formación de seis cursos, en la que profundizan en distintos aspectos de la Filosofía, durante los dos primeros años –Antropología Filosófica, Historia de la Filosofía, Metafísica, Teoría del Conocimiento, Lógica o Filosofía de la naturaleza– y de la Religión, en los siguientes (materias sobre Creación, Trinidad, Orden, o las Sagradas Escrituras).

La meta del estudio, exigente desde el punto de vista intelectual –no basta solo la necesaria convicción de espíritu– es licenciarse en Teología, un título que se logra en el Seminario de Ourense por afiliación con la Universidad Pontificia de Salamanca. Después, el paso previo al sacerdocio es la ordenación como diácono, seguida de un año de pastoral, una especie de periodo de prácticas.

Los seminaristas, durante una clase a cargo de José Manuel Salgado, un sacerdote y formador de solo 29 años. // IÑAKI OSORIO

En la diócesis de Ourense, que se divide en 735 parroquias, solo 10 de los 192 curas en activo –contando a los ya retirados, el número asciende a 259– tienen menos de 35 años. Un total de 162 han cumplido o superan los 65 años, de los cuales 102 son, como mínimo, octogenarios.

Entre los dos seminarios de Ourense, el Divino Maestro y el Redemptoris Mater –ambos centros tienen sus instalaciones en el Instituto Teológico Divino Maestro, emplazado en el Seminario Mayor, en Vista Hermosa–, enfilan su camino hacia el sacerdocio dieciséis jóvenes, la gran mayoría en la veintena o la treintena tempranas. Son los futuros curas del siglo XXI. Ellos mitigarán un poco la falta de relevo generacional. En Ourense se producen una o dos ordenaciones al año.

El desequilibrio en cuanto al número de ingresos en el sacerdocio y edad es aún acusado en el clero pero Ourense, según la diócesis, no está tan mal como otros territorios eclesiásticos de España. “En números relativos en relación a la población de la diócesis, de menos de 300.000 habitantes [parte de la zona oriental de la provincia pertenece al Obispado de Astorga], estamos bastante bien en cuanto a número de seminaristas”, asegura José Ángel Feijóo Mirón, rector del Seminario Divino Maestro.

“Tenemos que utilizar maneras de llegar a la gente de hoy. Actualmente son nativos digitales la mayoría de los jóvenes, así que hay que actualizar el lenguaje y adaptar el mensaje, al igual que hizo Jesucristo en su día"

José Ángel Feijóo Mirón - Rector del Seminario

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En el sacerdocio, dice, no se puede pensar solo como una meta profesional. “Se necesita fe, evidentemente, y una capacidad de ilusionarse con algo grande: ser capaces de entregar la vida al ideal de servir a los demás, olvidándose de uno mismo por amor a Dios y a los demás. Es cierto que nunca vamos a tener paro pero es imposible entregar la vida generosamente a los demás si se toma simplemente como una salida profesional. La vida del sacerdote está soportada en el amor a Dios y el amor a los demás”, subraya este religioso, que también es el delegado episcopal de Cáritas.

A sus 20 años, Carlos Barreira está en segundo curso. “Tuve ya cierta inquietud en la adolescencia pero la decisión la tomé al terminar 2º de Bachillerato, tras estudiar en el Seminario Menor”, introduce. Cuando era más joven –indica–, “sentía que Dios me llamaba a ser sacerdote, pero en la adolescencia en este mundo hay otras cosas que te llaman la atención y entonces igual era un poco arriesgado aún. Pero finalmente me decidí y aquí estoy”.

"Debe notarse que el cura hace lo que ama, que lo vive y sabe transmitirlo"

Carlos Barreira - Ourensano, 20 años, segundo curso

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A algunos de sus amigos les extrañó, otros reaccionaron en tono de broma y otros, sin grandes alharacas. “Pero todos respetan mi decisión y me apoyan en lo que sea”, asegura. En su opinión, un sacerdote de hoy debe ser “normal, estar entre la gente, ser sociable, trabajador, amable. Que se note que hace lo que ama, que lo vive y sabe transmitirlo”.

El rector cree que los tiempos exigen adaptar el mensaje. “Tenemos que utilizar maneras de llegar a la gente de hoy. Actualmente son nativos digitales la mayoría de los jóvenes, así que hay que actualizar el lenguaje y adaptar el mensaje, al igual que hizo Jesucristo en su día. Debemos ajustarlo a la cultura en la que vivimos y a los medios de hoy en día”, sostiene Feijóo Mirón.

También ha cambiado el modelo de pastoral: “Hace muchos años, el cura estaba ligado a una parroquia; hoy, como mínimo, tiene cinco, seis o diez, aunque los desplazamientos son más fáciles. Tenemos una gran despoblación en el rural, con mucha menos gente en muchas parroquias. Supone un reto porque suelen ser personas mayores y que viven solas, a las que hay que atender y estar cercanos”.

Un grupo de seminaristas conversa en el claustro, durante el recreo. // IÑAKI OSORIO

Los lazos con América Latina favorecen que algunos de los aspirantes a curas en Ourense provengan de allí. Diego Guevara, de 24 años, dejó El Salvador para estudiar en el Redemptoris Mater, donde cursa quinto.

"Me motiva poder evangelizar aquí o en cualquier parte del mundo"

Diego Guevara - Salvadoreño, 24 años, quinto curso

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“Desde pequeño, me inculcaron la fe mis padres y me llamó mucho la atención la figura de un cura que iba a mi parroquia; veía cómo ayudaba a la gente. En mi adolescencia tenía miedo, con qué iban a pensar las chicas, pero llegó un punto en el que ya no me pude resistir porque sentía la llamada. Fue con casi 18 cuando el Señor me concedió la fuerza para levantarme y dejar todo atrás”.

Su meta como sacerdote –cuenta– es ejercer en “el ámbito de la pastoral de evangelización. Salir a buscar a toda la gente que se ha alejado de la Iglesia, que no la frecuenta, que no sabe lo que es Dios o que les resulta indiferente. Lo que me motiva es poder evangelizar tanto aquí como en cualquier parte del mundo”.

César Montoya es un venezolano de 23 años que estudia quinto, también en el Redemptoris Mater. “Creo que un cura debe ser un amante de la Iglesia y cercano a las personas, para que con el ejemplo de su vida pueda predicar el Evangelio. Mi carisma es el de llegar a misionero pero si me tengo que quedar en Ourense me quedaría”, afirma este aspirante a sacerdote.

Su vocación –relata– nació “viviendo la experiencia de la Iglesia y viendo cómo el señor me amaba a pesar de mis pecados”. Durante una peregrinación en su país, César sintió “la llamada a la misión de ir a cualquier parte del mundo y estar abierto a la sociedad de hoy”.

Entre los seminaristas reina el buen ambiente. // IÑAKI OSORIO

Humberto García, de 30 años, llegó de Cuba para formarse en el Seminario de Ourense. Está en sexto curso. “Animaría a todos los jóvenes que se sientan llamados por Cristo a que comiencen esta experiencia”, señala.

"Los curas deben ser dinámicos, disponibles, formados en la sociedad de hoy. Deben saber dar respuesta a los problemas sociales en un mundo casi ateo y relativista. Ser un ejemplo de caridad y amor”

Humberto García - Cubano, 30 años, sexto curso

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“Desde pequeño frecuentaba la iglesia en Cuba. Siempre estuve cerca de religiosos y sacerdotes, viendo cómo actuaban y el espíritu con el que se dedicaban a los más necesitados de la sociedad, siempre dispuestos a atender, ser todos con todos, como decía San Pablo. Eso alentó en mí un cierto tipo de humanismo. Fui conociendo un poco más la figura de Jesucristo, ese rostro de Jesús que se acerca a los pobres y a lo necesitados, y que los invita a un reino de paz, amor y misericordia. Eso me llamó”, recuerda.

Con ese ejemplo de su adolescencia, a Humberto le gustaría convertirse en “un cura santo, cercano a las personas, que atienda a las necesidades, lo más humano y cercano posible”.

En una línea similar a la de sus compañeros, este seminarista de último curso defiende que, hoy en día, los curas deben ser “dinámicos, disponibles, formados en la sociedad de hoy. Deben saber dar respuesta a los problemas sociales en un mundo casi ateo y relativista. Ser un ejemplo de caridad y amor”, finaliza.

Los aspirantes a sacerdote, con el rector del Seminario Mayor, Ángel Feijóo, y el formador José Manuel Salgado. // IÑAKI OSORIO

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