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Jueces en prácticas pasados los 40: “La experiencia da lo que no viene en la ley”

Los ourensanos Esteban Basalo y Mónica Sotelo, que ingresaron en la carrera tras un bagaje en el sector privado, ultiman su formación tutelada antes de ejercer en solitario

Los magistrados Álvarez y Doval, con los jueces en prácticas Basalo y Sotelo / IÑAKI OSORIO

A Esteban Basalo (Ourense, 1976) y Mónica Sotelo (Ourense, 1978, de cumpleaños ayer ) solo les falta trabajar en el juzgado de Violencia sobre la Mujer de la capital –Instrucción Número 3– para finalizar su periodo de prácticas. A partir del 1 de marzo ejercerán durante seis meses ya de forma independiente, sin tutela, en tareas de sustitución y refuerzo, firmando sus propias resoluciones –aunque evaluados aún por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia–, antes de tomar posesión en un destino como titulares de pleno derecho, en alguna de las plazas vacantes que se oferten en cualquier zona de España.

Son dos jueces naturales de Ourense –aprobaron la oposición en 2019– en el tramo final de la formación, que comenzaron el pasado 1 de septiembre. “Vamos con la ‘L’ azul de prácticas, como los conductores noveles; te pones en materia al hacer las cosas”, compara Esteban. “Yo soy muy crítica con la Escuela Judicial, que tiene un periodo totalmente excesivo y donde no te preparan para nada de cara a la realidad de un juzgado. Aquí es donde aprendes realmente”, expresa Mónica. Ese periodo teórico inicial dura como un curso, de septiembre a julio, y la irrupción de la pandemia obligó a trasladar parte de la enseñanza al modo telemático en 2020.

En su primer contacto con los juzgados, ambos han adquirido nociones de cómo son los procedimientos, la relación con las partes y también con los propios ciudadanos en Primera Instancia –dos meses y medio–, Familia –dos semanas– e Instrucción, donde llevan otros dos meses y medio. Terminarán con una experiencia de otras dos semanas en el juzgado contra la violencia machista. En su periodo de prácticas los titulares de los respectivos órganos han sido sus tutores: los supervisan, les transmiten sus conocimientos y experiencia, e incluso los puntúan. “Nos aportan sus ganas de trabajar, su ilusión y su fuerza. ¿Mis consejos? Que nunca pierdan la objetividad ni la ilusión”, señala Leonardo Álvarez, magistrado decano de Ourense y actual tutor de Esteban Basalo en el juzgado de Instrucción 1 de la ciudad.

Opositores tardíos

“Nos aportan la experiencia de jueces jóvenes que vienen con querencias nuevas y criterios que, quizás por el trabajo habitual, no aplicamos frecuentemente. Mi recomendación es que conserven la ilusión de ser juez así como la imparcialidad, que es lo que tienen que intentar preservar”, aporta Luis Doval, el titular de Instrucción Número 2 de Ourense, la sede en la que Mónica Sotelo está haciendo sus prácticas en la actualidad.

Los dos magistrados ejercen desde principios de los años 2000; sus dos aprendices no cumplen el perfil de los opositores que aprueban al poco de finalizar la carrera. Tanto Esteban como Mónica ejercieron antes en el sector privado y han llegado a la judicatura tras una experiencia personal y profesional previa. Los dos tuvieron que sacrificarse para conciliar la dura preparación del temario con el hogar.

“Opositar es un estilo de vida: diez horas diarias y una jornada libre a la semana”, advierte Mónica, que dedicó seis años a esta meta. Tras licenciarse, no podía permitirse el “lujo” de estudiar y no trabajar, así que durante años ejerció en el sector de la construcción, “en una empresa pequeña llevando un poco de todo”. Su punto de inflexión llegó en 2012. “Estaba apuntada en las listas, valoraron mi currículum y me llamaron para una sustitución en la Fiscalía en Lugo. El fiscal jefe de allí, al que estaré eternamente agradecida, me dijo que valía para esto. Yo me di cuenta de que era lo que quería, tenía ahorros y me dije: ‘Lo intento, ahora o nunca”, recuerda esta nueva jueza.

Los magistrados Leonardo Álvarez y Luis Doval, con los jueces en prácticas Esteban Basalo y Mónica Sotelo Iñaki Osorio

Años de esfuerzo y conciliación

“Me puse a preparar la oposición casi a los 40 años, en 2017. Ya lo había hecho al terminar la carrera, entre 2001 y 2004, pero tuve que dejarlo por motivos extraprofesionales”. Basalo dio clases y montó una conocida mercantil de administración de fincas. Tras la muerte de su padre, en el año 2015, “le di muchas vueltas a la idea, de nuevo, y mi mujer me animó a intentarlo. Así que me dije que adelante. Vendí la empresa a mi socia y a otro joven, me preparé y me saqué la espina: era mi ilusión desde siempre”, reconoce Esteban. Casado, su hijo tenía diez años cuando se lanzó a acometer este proyecto exigente. “Gracias a que mi mujer es la persona que siempre me ha apoyado, nos organizamos bien para compaginar el estudio y la casa”, explica.

Su primera labor: el refuerzo

Tras el periodo de prácticas, a partir del 1 de marzo Esteban reforzará probablemente un juzgado mixto de Xinzo, mientras que Mónica supone que estará en Instancia 6, en la ciudad. Hay una tercera ourensana en prácticas en Vigo. La meta de Basalo es llegar a ser magistrado de Menores o, si no, de Familia; a Mónica le gusta la instrucción, la vía penal. Los dos han aprendido ya cómo son las guardias con detenidos, cuando el ciudadano ve que su libertad está en manos del fiscal y del juez. “Al principio causa un poco de vértigo, pero ejerces con responsabilidad sabiendo que es la vida de una persona la que tienes delante. Lo positivo es estar acompañada de un tutor, que me da la confianza de decidir pero a la vez está presente para evitar un error”, valora Sotelo. “El primer día causa impacto, luego debes acostumbrarte porque tu trabajo es tomar decisiones”, opina al respecto Esteban.

“La formación jurídica la tienen, les falta sobre todo práctica, pero eso no quiere decir que estén alejados de la realidad, al contrario. Yo los noto muy metidos en la realidad cotidiana, no se les escapa ningún asunto”, observa Luis Doval. “A diferencia de otros alumnos, que llegaban con 25 o 30 años, en ellos se nota un bagaje previo en su formación y en su proyección a la hora de trabajar”, destaca el magistrado titular de Instrucción 2. “En los actos públicos, sobre todo, se les ve más seguridad que a otros alumnos más jóvenes”, coincide Leonardo Álvarez. Los dos magistrados serían partidarios de que el periodo de prácticas se extendiese más meses. “Menos en la Escuela Judicial y más aquí, menos teoría y más práctica”, dice el decano.

El tutor supervisa resoluciones

“Aquí aprendes el día a día, el funcionamiento, las resoluciones habituales, la dirección de las vistas. Aprendemos la forma de proceder gracias a la experiencia de los tutores”, destaca Basalo. Los jueces en formación hacen proyectos de sentencias, borradores que son supervisados por el titular. El veterano también acompaña en sala. “Yo aprendo de Luis también lo que no viene en la ley: la empatía y circunstancias que da la experiencia y no el Código”, expone Mónica. “El papel del juez es esencial y básico”, considera Basalo. “Quiero ser una jueza cercana, que no pierda la noción de la realidad, que sepa que detrás de cada ciudadano hay una historia. Me gustaría contribuir a conseguir el mundo en el que creo. Soy una defensora de una justicia material y no solo de Código”.

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