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La sala capitular de la Catedral de Ourense

Sala capitular de la Catedral de Ourense.

Un detalle de la sala capitular.

Todas las corporaciones tienen una sala donde se reúnen sus miembros principalmente para tomar decisiones. Sala de juntas, salón de plenos, sala de reuniones, salón de sesiones o sala capitular son nombres que se dan a estos ambientes, en el mundo eclesiástico tanto monástico como catedralicio o similar, toma el nombre de sala capitular porque se leía un capítulo de la regla en los monasterios o porque el cabildo es el que se reúne en ella. De hecho, su presencia se constata en todo tipo de edificios corporativos y suelen ser espacios enriquecidos con obras de arte, con inscripciones conmemorativas, retratos y programas iconográficos algunos de tanto interés como el de la sala capitular de la catedral de Sevilla con lecciones sobre las virtudes y el buen gobierno. Suele ser un espacio privado al margen de visitas y de curiosidades por lo que generalmente. Una sala capitular canónica tiene un altar en el que se decía la Misa de Espíritu Santo antes de las elecciones. Distingue la silla presidencial que se reserva siempre al obispo, la que ocupa el deán, los sitiales o bancos de los demás capitulares, que se colocan por orden de rigurosa antigüedad, la mesa del secretario, un reclinatorio para los juramentos. En los monasterios medievales y más modernos la sala capitular ocupa siempre una de las pandas del claustro en las catedrales no necesariamente este espacio pero sí en un lugar inmediato, de proporciones más o menos destacadas.

En la sala capitular se da posesión y hacen juramento los nuevos canónigos, se toman todo tipo de decisiones por mayoría de votos dado el carácter colegial de la sociedad, se hacen los nombramientos que las constituciones marcan al cabildo. Se recibe al nuevo obispo o a las autoridades. Fruto de estas reuniones son las actas Capitulares, en Ourense conservadas desde el año 1527 con puntuales y minuciosas noticias de todo cuanto sucede y se decide en la catedral. Los acuerdos capitulares se asientan con rigor, aunque depende del secretario la mayor o menor meticulosidad en la información que ofrecen. Son 55 libros tamaño folio, casi todos encuadernados en pergamino y de un interés altísimo para la historia del Cabildo, de la Catedral y de la Ciudad. El encargado de levantar acta es el Secretario Capitular. Como lugar de reunión o “cabildo”, habiéndolos Cabildos ordinarios, en Ourense el 24 de noviembre de 1622 se acordó que “cada semana haya dos días de Cabildo Ordinario que sean lunes y viernes y que con solo el son de la Campana que se tocare después de prima sin otro llamamiento todos los señores capitulares estén obligados a venir al cabildo so pena de un día de descuento en su prebenda, y si estos días estuvieren ocupados con fiesta o sermón se trasfiera el cabildo al día siguiente que sea martes o sábado. Y cuando se ofreciere negocio que pida más brevedad o que en la dilación hasta el día ordinario pueda haber peligro el Sr. Deán o Vicario pueda juntar cabildo mandando llamar en persona a todos los señores capitulares y así llamados tengan obligación de venir so pena de dos días de descuento el que no viniere para lo cual el portero o cursor de lista al Secretario del cabildo de los que hubiere llamado y cualquiera Sr. Capitular que al tiempo que se hace Cabildo ordinario o extraordinario estuviere en la Iglesia y no entrare en cabildo tenga de pena tres días enteros de descuento y que todas las dichas penas las tenga dobladas el Sr. Deán o Vicario que hiciere el oficio si faltaren a juntar Cabildo y que todos los Cabildos que en otra forma o manera se hicieren y lo que en ellos se ordenare y actuare sea en si nulo y de ningún valor” (ACO. Actas capitulares 8, fol 145). Esta periodicidad ha cambiado y los estatutos la señalan. Los Cabildos extraordinarios, se convocaban cuando cualquier asunto de importancia lo requería. Cabildo obligado era el de 2 de enero para elección de oficios. Cabildo secularmente tenido, tras la celebración de la Misa del Espíritu Santo se procedía a la elección de oficios para el año que entraba: secretario, contadores de horas, mayordomo de obras pías, fabriquero, mayordomo de la Mesa capitular, Jueces de Beate Martine, administradores de las fundaciones de las diversas capellanías de la Catedral. Cerero, portero, médicos, platero, carpintero… Los Cabildos espirituales. Sobre ellos las actas se recogen diversos acuerdos, reiterando su necesidad y conveniencia. Así el 9 de enero de 1710 “Propuso el Sr. Salamanca como las constituciones prevenían hubiese el primer viernes de cada mes cabildo espiritual en que se tratase de las ceremonias y más cosas tocantes al culto divino y que así mismo se platicase, lo que no se hacía; que el cabildo acordase si debía guardarse la constitución en este punto y después de conferenciado se determinó que el día diez se celebre cabildo espiritual y que el Sr. Magistral platique, avisando al sr. Obispo con cédula y a las dignidades y racioneros y que la puerta dela sala capitular esté abierta para que todos los ministros de la Iglesia asistan a la plática y fenecida se cierre” (ACO. Actas capitulares tomo 19. Fol 412). Funcionaba con exactitud porque había todo un código de etiqueta, tratamiento, entrada y modo de intervenir. Todo, claro, ha venido a menos porque los Cabildos han quedado reducidos a poco. El poder de otro tiempo en tantos asuntos ha desaparecido.

La Claustra nova, fue el lugar donde se ubicó la sala capitular y vestuario hasta la realización de la actual. Nuestra catedral siempre ha sido deficitaria de espacio. Ante la imposibilidad de agrandar más los espacios dentro de un plano urbano que arracimó el caserío en torno a la Iglesia martiniana, se aprovechan al máximo los terrenos que circundan el templo y así en el siglo XVIII se construirá el cuerpo de edificio que se llamó el cuarto nuevo, donde había un patio llamado de los Naranjos, para ubicar inicialmente en él la Biblioteca, secretaría del cabildo y cátedra de moral y que luego será el ámbito escogido para construir la sala capitular.

Este edificio, de sobria cantería, construido con rigurosa voluntad de utilidad, aunque no le falta la belleza de los ritmos exactos de los huecos y en la parte inferior conservó unas bien concebidas bóvedas de arista medievales, se construye a partir de 1673. Concretamente en el cabildo de 1 de febrero de este año se acuerda: “Que los señores Gaioso y Calderón concluyan con el concierto de la obra del quarto que se intenta hacer, que como lo ajustaren vendrá el Cabildo en ello” (ACO. Actas Capitulares tomo 16. Fol 220), y el 10 de este mismo mes se consigna: “Otorgó el cabildo la escritura y obligación de pagar a Amaro Gamallo, Maestro de Cantería quinientos ducados por hacer las paredes para el cuarto nuevo y habiéndose leido las condiciones las aprobó el cabildo y otorgó la Escritura ante Luis de Remesal (Idem. 222 vº). Pasará un siglo desde la construcción del cuarto nuevo cuando se proyecta construir en él la sala Capitular. El punto de partida documental son dos acuerdos capitulares uno de 18 de enero y otro de 7 de febrero de 1766 que dice “Así mismo dio cuenta dicho Señor (El fabriquero Sr Caviedes), haber hecho avance de los caudales que hoy tiene existentes la fábrica de esta Santa Iglesia y dijo que para el gasto que hace regularmente la sacristía, había efectos bastantes, aunque fuese preciso hacer algunos ornatos, que el sobrante aún ascendía a partida de algún valor, que en vista de el orden y comisión dada antes de ahora lo proponía al cabildo y atención a lo expuesto acordó que inmediatamente se haga la sala de Cabildo en el sitio destinado antes de ahora para este efecto y que dicho Sr. Fabriquero se valga para ello de Maestro que le pareciere hábil y capaz y de prontamente todas las demás disposiciones para que se junten los materiales precisos y necesarios; últimamente deja el Cabildo toda la obra a la disposición y acertada conducta de dicho Señor Fabriquero.

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