“Tanto hacía por los demás que se murió sola”, dice Rosa Jarrín, la exdirectora de Progape y con relación con Marian, la mujer de 60 años que se precipitó este martes al paseo del Barbaña después de intentar dar de comer a una colonia de gatos callejeros. El golpe derivó en complicaciones que le produjeron una muerte cerebral y el posterior fallecimiento.

Marian era vasca y su recuerdo no se apagará. Según afirman los que la conocían, su labor altruista era invisible para la sociedad, pero no para sus gatos, sus amores. Desde Tarascón se subía al autobús para alimentar a la colonia de felinos de O Couto, donde daba una atención especializada a los gatos sin recibir nada a cambio, excepto los maullidos y la actitud zalamera de los gatos.

Marian tenía recursos limitados y patologías varias, pero a pesar de todo sacaba tiempo para cuidar de los demás, de sus gatos callejeros, pero también de Eneko, Goxua y los otros cinco apellidos vascos que tenía en su domicilio, a los que adoptó por sus enfermedades y les dio una asistencia ideal para agrandar su esperanza de vida.

“Ella iba todos los días a dar un trato especial e individualizado a los gatos de la colonia, y eso era lo ideal, pero en realidad no es así. A pesar de todo ella sí que lo hacía, si tenía que llevarle una comida especial lo hacía con un tupper y no decía nada, iba y se preocupaba por ellos como la que más. Da pena que su vida haya acabado así, de esta forma tan trágica, pero nos damos cuenta ahora de que, a pesar de que muchas veces iba sola, las muestras de apoyo que estamos teniendo son muchas y eso nos muestra lo importante que era. aunque no se le reconociera en vida su labor diaria”, destaca Rosa Jarrín.

Hoy el cementerio de San Francisco acoge una incineración y un tributo en forma de detalles florales para recordar a una figura como la de Marian, la de una voluntaria que miraba por el bienestar animal. Encarnaba esa faceta a la perfección con el amor diario y la ternura por unos gatos callejeros que consideraba suyos. Ahora deja siete nombres vascos huérfanos en su casa, que esperan ser rescatados después de que acabe el proceso. Rosa finaliza diciendo que “Marian hubiera querido que alguien cuidara de ellos y eso es lo que buscaremos”.