En la calle Pena Corneira saben lo que es luchar contra los elementos, pues el peor habitualmente es el ruido nocturno, pero además ahora en el número 10 de esta calle, los vecinos tienen una lidiar a diario con sus escaleras, las de un edificio de cuatro plantas más entresuelo, donde tienen hace casi dos años un ascensor instalado y pagado a tocateja pero que la empresa no da de alta en Industria.

Esa situación insólita se produjo "porque pagamos en mano, hay que pagar antes de que te hagan la obra, nos dejaron una escalera mínima, en la que casi no giramos cuando vamos a pie, para instalar un ascensor y ahora la empresa Schindler no nos lo da de alta. Como ya lo tiene cobrado... Tenemos el tema en los abogados", explica José, un joven vecino de esta comunidad que vive en el tercer piso que antes era de su abuela.

"Me tuve que trasladar aquí porque mi abuela no podía salir de su casa por sus problemas de movilidad. Así que la llevamos a casa de mis padres donde sí hay ascensor, y yo me vine a ocupar esta vivienda".

"Aunque soy joven y deportista ya sé lo que es estar convaleciente en esta casa y no poder salir en tiempo porque no podía bajar las escaleras", dice.

No es el único vecino que vivió esta situación. "Mi marido estuvo operado de la espalda y en tres meses no pudo salir a la calle porque aunque ya podía caminar no podía tampoco bajar las escaleras hasta su total recuperación y no estaba el ascensor en marcha", lamenta Pury, vecina de ese mismo inmueble de Pena Corneira.

"Las empresas instaladoras se sienten poderosas, solo basta que lo den de alta en Industria, pero no hacen más que poner pegas, que si falta un plafón, que si cosas mínimas".

Un gasto de casi 80.000 euros, una escalera angosta para poder poner ascensor y este sin activar por litigio con la instaladora.