Cualedro: 77,93% de respaldo a los populares | En el feudo del alcalde Luciano Rivero, heredero de la ya fallecida alcaldesa Marina Cuquejo, uno de los baluartes del patriarca Baltar, hubo un 60% de participación y de los 1.001 vecinos que fueron a las urnas, 763 lo hicieron al PP, 86 al PSOE y el resto fueron migajas. Se quedaron en casa el día de las votaciones 658 vecinos.

Muíños: 72% de apoyos y gobierno monocolor | Fue uno de los de mayor voto popular, pero no el más votado, pese a que el concello que rige Plácido Álvarez, portavoz del PP en la Diputación, es monocolor, es decir no hay ningún concejal en Muíños que no sea del PP. Votaron 939 vecinos, de los cuales 661 dieron su apoyo al PP, 121 al PSOE, y 40 a AGE. Otros 568 vecinos no ejercieron el derecho.

Beariz, un 85,88% de papeletas para el PP | El concello del que es alcalde el popular Manuel Prado es el municipio con mayor porcentaje de votos obtenidos por el PP. Una contribución que se traduce en 432 sufragios para el candidato popular y 19 para el PSOE, el el segundo más votado. 463 electores se quedaron en casa.

Quintela de Leirado: 80% de sufragios para el PP | Otra comarca de fiel signo baltarista comandada por el alcalde José Antonio Pérez y con 574 vecinos con derecho a voto, desertizado como la mayoría y en los que solo fueron a votar 370. De ellos 294 lo hicieron al PP, 51 al PSOE en y tercer lugar AGE, con 11.

La disciplina del votante del rural, en especial en concellos controlados por alcaldes marcadamente baltaristas, fueron el salvavidas de un bipartidismo en Ourense, que vació los graneros de voto de PSOE y PP, pero palió la pérdida de escrutinios del PPOU convirtiéndola en la segunda en España con mayor adhesión al voto popular, gracias al rural ourensano fiel al voto conservador.

El secreto de este desplome de voto generalizado, también en la provincia de Ourense, fue la abstención de la militancia de izquierda y el monoteísmo del electorado y alcaldes del clan Baltar, que representa ahora el presidente del partido en Ourense y presidente de la Diputación, Manuel Baltar. Eso hizo posible que algunos municipios, pese a tener una marcadísima abstención, consiguieran hasta un 85% de votos para el PP, como ocurrió en el Concello de Beariz, en Quintela de Leirado, con un 80% de sufragios para el PP y en otros municipios como Cualedro o Muíños, donde osciló del 77 al 72%.

El análisis pormenorizado de alguno de los municipios tipo en la provincia, como el de Beariz, máximo conseguidor (porcentualmente hablando, pues es un municipio en continua desertización demográfica), es la fidelidad política que explica el caso del rural ourensano, castigador con el bipartidismo pero rancio a la hora de cambiarse a otros partidos minoritarios que no sean PP, PSOE y que votó en una mínima escala AGE o BNG (salvo contadas excepciones de concellos gobernados por el Bloque).

Así, el caso de Beariz es ejemplificador de quién acude a las urnas. De los 514 vecinos que ejercieron su voto en las europeas el domingo (el 52% del total), 432 votaron al PP, de ahí ese 85,88% de los sufragios, mientras que 19 vecinos lo hicieron a PSOE, 18 al AGE y 10 a UPyD. En casa se quedaron sin depositar su voto 463 electores, casi la mitad.El modus operandi se repite en estos municipios.

Por ejemplo en Quintela de Leirado, segundo del "top ten" provincial en donde arrasó el porcentaje de voto al PP, con un 80,10 % del total, gobernado también por otro alcalde popular, José Antonio Pérez, hubo un 62% de participación y de los 370 votos emitidos, 294 fueron para el PP, 51 para el PSOE, 11 para AGE y 224 ciudadanos se quedaron en casa.

En una provincia de claro envejecimiento demográfico, desertizado y en el que el partido que gobierna en el momento en que se producen unos comicios es el que se lleva el voto al agua. Bruselas queda lejos y una gran mayoría no sabría ni situarla en el mapa (conocen como mucho la Alemania o la Suiza de la emigración). Pero la disciplina salvó la el barco popular.

El PSOE sufrió un muy marcado varapalo, incluso en los concellos gobernados por el PSOE, como Ribadavia, donde el PP obtuvo 732 votos, diez más que el PSOE, igual que ocurrió en O Barco de Valdeorras, concello socialista, en el que el PSOE se quedó con 1.305 sufragios, frente a los 1.655, ocho puntos porcentuales más, que obtuvo el Partido Popular.

Paradojas que demuestran que unas europeas no son claro reflejo de lo que va a ocurrir en las municipales (salvo el hastío generalizado del elector, que amenaza con repetirse), es el caso de A Rúa, gobernada por el PP, donde este partido sacó solo 100 votos más que el PSOE .

Si el BNG no tenía, salvo algunos feudos como Allariz o Vilar de Santos, un desmedido apoyo en el monolítico rural ourensano, en estos comicios la caída demostró los daños de la atomización y reconversión del voto nacionalista, por lo que el tercer lugar provincial fue para AGE, nueva en las europeas, con 8.689 apoyos, mientras que el Bloque Nacionalista Galego, sin Beiras, cayó de forma demoledora al perder más de cinco mil votos en toda la provincia, otorgándole esa mayoría a Podemos, la nueva formación que obtuvo casi la mitad de sus 6. 431 sufragios en el rural de la provincia (el resto en la ciudad), de una forma muy dispersa lo suficiente para ser quinta fuerza. CxG sumó apenas 900 votos en el rural ourensano menos de la mitad de lo cosechado en toda la provincia.

El milagro Podemos, como ya se le conoce, tiene además un representante en Ourense, el biólogo Ares Jiménez, que ocupa el puesto 25, y que destacaba ayer "fuerte golpe al bipartidismo que demuestra que la ciudadanía apuesta por un modelo distinto". Para este ourensano en la lista revelación, en el caso de Galicia, "la corrupción de instituciones ourensanas y gallegas" ha sido clave en el crecimiento de nuevas opciones aún vírgenes.