Los resultados electorales provocaron un cambio de planteamiento por parte del alcalde, Agustín Fernández, que desde su llegada al cargo, en sustitución del dimitido Francisco Rodríguez, después de su puesta en libertad e imputación en la operación Pokemon por corrupción, fue incapaz de llegar a un acuerdo con los nacionalistas que le apoyaron en su elección y que con anterioridad eran los socios en el gobierno bipartito.

Fernández optó por socializar la importante pérdida de votos en las elecciones con los populares, al señalar que "sufrieron un varapalo importante", y que vincula directamente con la "política de acoso y derribo" que hacen desde la oposición, así como la judicialización por lo diferentes asuntos que en estos momentos se encuentran en fase de instrucción, y en dos de los cuales se encuentra como imputado el propio alcalde: el asunto de las asistencias técnicas -contratos externos realizados-, así como por la obras de la calle Bedoya, al formar parte, en aquel momento, como miembro de la junta de gobierno, en su condición de concejal de Hacienda.

También, y a modo de consuelo, Agustín Fernández proclama que "seguimos cayendo en la misma proporción que el Partido Popular, pensando en la próximas elecciones municipales". Es por eso que de lo que se trata, con los resultados de las europeas, es que en el futuro "habrá que contar con otras fuerzas de izquierdas", que para el regidor municipal "sí fueron capaces de capitalizar el descontento existente". Un mensaje que dicen "recibimos de los ciudadanos".

De ahí la alusión a los que fueran sus socios en el bipartito, en el sentido de que el BNG "se mantiene tímidamente", aunque considera que en el Concello de Ourense las formaciones de izquierdas "superan a la derecha".