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Ahora ya no

Ahora ya no; ahora, por decisión del Parlamento, jugamos con la vida de las personas. Le damos permiso al médico para que quite la vida a un paciente. ¿Qué es el enfermo quien lo pide? En nuestra vida podemos pedir muchas tonterías y muchas barbaridades ante las que una persona sensata no nos haría caso. La vida es sagrada, no está en manos de los hombres, y aunque haya alguien que se deje llevar por la locura, no se lo permitimos, porque hay otros medios de ayudar a un enfermo.

Ahora que los medios paliativos han dado pasos de gigante, que se puede ayudar a los enfermos con tantos medios útiles, lo único que se les ocurre a los parlamentarios españoles, mayoría, es matar. Ya sabemos que esto lo han hecho en otros países europeos, pero no son de ambiente católico, no se puede esperar demasiado de ellos. Y la pregunta es: ¿se puede esperar de nosotros, católicos, semejante barbaridad? Y la respuesta es que en España ya no son católicos la mayoría, aun cuando hay muchos y muy buenos que sí lo son.

Conclusión: las personas en la medida en que pierden sus ideas religiosas pueden terminar en barbaridad incontables. Esto es el principio. Y, por lo tanto, los que nos sentimos verdaderamente seguidores de Jesucristo deberíamos pensar en qué se nos ocurre para influir más en el ambiente.

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