El título de esta carta bien podría ser un grito de ánimo a los equipos que componen el tradicional club de fútbol vigués. Tengo el orgullo de que mi nieto milite en una de categoría benjamines y felicito desde aquí a su magnífica afición, que constituyen los padres y abuelos, que cada fin de semana disfrutan del juego, pero sobre todo de la diversión de sus hijos.

Mi ¡Alerta Navia! trata de llamar la atención a todos los que hoy habitan en esa magnífica y recién creada zona de nuestra ciudad. Ese maravilloso gran parque infantil de la ciudad de Vigo, donde los gritos de los niños en sus juegos por todo el barrio se mezclan con las tranquilas conversaciones de sus padres en las muchas terrazas de las cafeterías. ¡Alerta Navia! es un grito para vosotros padres, pero lo que es para nosotros los abuelos lo es, especialmente, para nuestro ayuntamiento, lo es para los cuerpos policiales, lo es para los distintos educadores de los colegios, guarderías, lo es para las asociaciones de vecinos de dicho barrio, que me consta están haciendo una buena labor. Lo es en general para todas aquellas personas de buena fe que deseáis para los niños un hoy y un mañana feliz.

Vuestros niños van creciendo, van haciéndose adolescentes ¡Alerta Navia! Ya hay gente de moral dudosa que ya piensa en ellos, ya hay gente que de mala fe está tomando posiciones para doblegar la inocencia. Están ya entre vosotros y no es alarmismo, es precaución. Coia fue en sus tiempos algo similar a vosotros, aunque tardó un poco más en crecer urbanísticamente.

Matrimonios jóvenes iniciábamos nuestra vida en común y la de nuestros hijos en esta también gran zona de nuestra ciudad. Los años ochenta fueron demoledores para muchos de nuestros jóvenes de aquella época y Coia se convirtió durante un tiempo en una zona marcada. Un barrio residencial que con sus ajardinados edificios se degradó durante estos años. Costó recuperarlo y se logró, pero muchos jóvenes y familias sufrieron el azote de unos bastardos, quebradores de inocencias.

La sociedad del mal evoluciona con los tiempos, pero aunque se disfracen de monjitas de la caridad su objetivo es invariable: dinero fácil a costa de los demás, especialmente de la cantera juvenil.

Cuando el Navia nuevo (como dicen sus pobladores), nació y por cuestiones en la demora en la entrega de los pisos a sus propietarios, allá por mayo de 2005, escribí una carta en este mismo periódico, titulada : ¡San Pelayo de Navia!... Ruega por ellos. La invocatoria, ahora por distinto motivo, sigue vigente.

Así que ¡Alerta Navia! Mucha educación, formación y deporte para vuestros hijos.