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Problemas de madurez

Ya todo no es como antes. Todo cambió. Y para peor, pero siguiendo las teorías de las tradiciones contradictorias, me sigo considerando un creyente, no como el ladrón que solo cree en la propiedad privada que desea y ansía. Soy una persona de lágrima rápida, he llorado tanto en público como en privado, con ocasión o a deshora, por desgracias y tonterías, también, y en los sitios más dispares y en proporciones muy grandes delante del televisor, a veces solo y otras en compañía.

No le echo la culpa a la edad, pues desde joven ya tenía la gota pronta y sin problema alguno de lacrimales. La emoción me puede. Debe ser que me dejaron los sentimientos muy a flor de piel. Solo es un mal momento, pues luego me siento libre, a gusto, cómodo. Recuerdos tengo y no me pesa ninguna de mis lágrimas. Desahogo dicen que es. O disfunción entre razón y emoción que digo yo.

Pero a la vista de cómo va este país -de sobresalto en sobresalto- esta España nuestra, no me vienen esas lágrimas redentoras que tanto echo de menos. Uno de los países más envejecidos donde triunfan políticas tan vehementes como disparatadas de adolescentes quinceañeros, sin experiencia alguna para saber de qué va la copla. Algo tendremos que mirarnos este colectivo que aglutina a la mayor parte de la sociedad. O celebrarlo. Es increíble que haya gente que apoye a aquellos que tienen la firme intención de acabar con el sistema.

Precisamente hoy, al llegar de misa parroquial, cuando estaba apagando los dos televisores que dejé retransmitiendo la misa, me di cuenta de que España tiene rota toda la arboladura del sentido común de la que cuelgan ya demasiadas velas de corrupción y fue cuando me salió una pequeña lágrima en compañía de un encorajamiento que rayaba la temeridad, de las malas, de impotencia. Las buenas siguen sin aparecer. Otros dicen frustración reprimida. Será cosa de mirárselo.

Aunque Holanda me da un pequeño respiro. Ya digo que ahora no es como antaño y voy a vigilar al gato con el que convivo, pues me parece que la botella de aguardiente lleva unos meses bajando muy deprisa y no puede ser que solo me dure unos cuatro días. No tanto como antaño. Algo va mal, no solo a nivel estatal. Ojalá solo sean apreciaciones mías.

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