Opinión

Las costuras del Avril

El tren Avril del AVE inaugural entre Vigo y Madrid antes de salir de la estación de Urzáiz

El tren Avril del AVE inaugural entre Vigo y Madrid antes de salir de la estación de Urzáiz / Alba Villar

Tener que ser remolcado por otro tren y llegar 133 minutos tarde bajo la mirada de más de 20 medios no es precisamente el estreno soñado para una marca premium. Pese a las simulaciones comerciales, viajes con autoridades y alabanzas, a los trenes Avril se le han visto las costuras nada más salir del sastre.

La rebaja en la propuesta económica de Talgo 22 millones por tren frente a los 31 de otros modelos de Alstom, Bombardier o Siemens– obligaron a reducir los costes drásticamente. Entre las principales quejas están el acolchado “como una tabla de planchar” de las butacas en turista, las vibraciones al superar los 250 km/h o el ruido que dificultaba hacer una llamada.

“Me quedo con los Alvia”, resumía alguna pasajera habitual tras el estreno. A ello se podrían sumar la falta de cierres herméticos en las neveras de la cafetería, la obsolescencia de las pantallas táctiles y otras decisiones estéticas. Todo ello, café para cafeteros.

Sería erróneo pensar que a Galicia o Asturias han enviado un “AVE de segunda categoría” ya que cuando se concibieron estas unidades su destino era la saturada línea entre Madrid y Barcelona. Y es que las diferencias entre los convoyes que se estrenaron el martes sin incidencias en Cataluña, Aragón, Murcia o Comunidad Valenciana con el gatillazo vigués son ínfimas y a nivel técnico.

También se equivoca quien busque capitalizar políticamente este fiasco ferroviario. El Gobierno de Rajoy licitó el concurso el 18 de noviembre de 2015 con Ana Pastor como ministra, resolviéndolo con Íñigo de la Serna en Fomento y ampliándolo con otras quince unidades de ancho variable.

Aunque Óscar Puente haya sido quien más ha ligado su imagen a estos trenes, estos son patrimonio de la operadora pública y su función es llegar a nuevos destinos y maximizar el número de viajeros en ferrocarril. Apostar por la descarbonización, incrementar la movilidad en todo el territorio y permitir que la compañía pública española pueda competir contra Ouigo o Iryo debería generar consensos, no reproches.

Curros Enríquez aseguraba en 1881 que tras esta Nosa Señora do Ferro llegaban la abundancia, la luz y el progreso. Y durante años se ha perseguido este hito con esa misma idea ya que los gallegos siempre han respondido cuando se han dado unas mínimas facilidades para elegir el tren.

Depende ahora de Talgo y Renfe “afinar” un tren y producto en el que todas las partes han depositado grandes esperanzas. Nos guste o no, éste será o noso AVE y debe aprovecharse.

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