Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés.

Al azar

Matías Vallés

Junqueras, el dueño de Esquerra

Oriol Junqueras escribe cartas sentimentaloides a la ciudadanía, como Pedro Sánchez. Las invocaciones conyugales del presidente del Gobierno se ven incluso superadas por el himno clerical “hermanados todos y todas en la voluntad de ser y de vivir en armonía” del presidente de Esquerra Republicana, que se presenta como dueño del partido teóricamente asambleario. Esta introducción parece dura, hasta que se comprueba que el político que se pasó cuatro años en la cárcel en nombre de su empresa recibe ataques más feroces que Vox, por parte del independentismo que abandonó so pretexto de “ampliar la base”.

Junqueras confiesa sin rubor que le ha propinado la proverbial patada al CEO de su partido, porque “estos no son los resultados que nos esperábamos” en las catalanas del pasado domingo. La expulsión de Aragonès del paraíso se resuelve con el equivalente en los despidos de “emprende nuevas iniciativas privadas”, que aquí es “lo honra su gesto de dejar la primera línea”. A cambio, el presidente de ERC condena a sus cada vez más escasos feligreses a mantenerlo al frente. “Todos sabemos que podemos ser el último y el primero”, pero el líder providencial elige la misma opción que un furibundo nacionalista español. Lo primero es lo primero.

La inexistente Cataluña universal inventada por Junqueras le ha dado un portazo con más energía que sus enemigos naturales, mientras el presidente devuelve a ERC a la docena de diputados en el Parlament que facilitan un control férreo. Hace exactamente dos años, me endilgó el tópico de que “la derecha crea independentistas con más eficacia que nosotros”. En un somero análisis de los resultados del pasado domingo, cabe corregir en que “Esquerra crea españolistas con más eficacia que el PP”. A Junqueras le robaron injustamente cuatro años de su vida. Tiene derecho a recuperar el pasado, pero no a arrastrar a tiempos pretéritos a un país, ni siquiera a un partido menguante.

Compartir el artículo

stats